Jaime Cantizano: yerno perfecto... a su pesar

  • Ni el griterío del plató ni las arduas batallas por la audiencia logran hacerle perder la compostura.
  • Tampoco la sonrisa que, muchos dicen, es su mejor arma.
Jaime Cantizano, en una imagen de archivo.
Jaime Cantizano, en una imagen de archivo.
Antena 3
Jaime Cantizano, en una imagen de archivo.

En una fantasía amorosa con Jaime Cantizano sonaría de fondo Olvídame tú de Miguel Bosé, una de las canciones favoritas del presentador de Antena 3. El encuentro se produciría en verano, al atardecer, cuando el cielo se emborrona de tonos cobrizos. Las temperaturas serían suaves para permitir al jerezano lucir una de sus chaquetas oscuras. Debajo, camisa blanca abrazándole con delicadeza el torso cincelado en el gimnasio. El aroma a limpio y a colonia de firma emanaría del triángulo del pecho que dejarían al descubierto los dos botones desabrochados.

Mientras Miguel Bosé susurrara aquello de "nuestras tardes son bajo estrellas escondidas", Cantizano miraría con una intensidad celeste y cordial. Sentados en una terraza, muy cerca del mar –otra de sus pasiones- serviría el vino tinto con maestría de sumiller. Después, escucharía con interés el relato de la vida de su comensal. Haría preguntas certeras (tiene facilidad para desentrañar la personalidad de los que le rodean, por ello se matriculó en Psicología) y se pondría serio en los momentos adecuados. De cuando en cuando, regalaría una sonrisa blanquísima, encantadora y eficaz.

Educado y de fácil convivencia

Coincidiendo con el ecuador de la estrofa ("desnudarme como soy"), podría desvelar su afición desde pequeño por los medios, sus inicios en una emisora de Jerez de la frontera, su ciudad natal, y su paso por la emisora Los 40 principales. Su experiencia luego en la Cadena SER y en Onda Cero, donde aprendió a "hacer fuegos artificiales con dos piedras". Y reconocería que, aunque ama las ondas, fue la televisión, donde debutó en 2000, la que dio la vuelta a su vida.

<p>Jaime Cantizano 544</p>

Añadiría que hoy sigue conservando mucho de ese gaditano casi anónimo que dejó su ciudad natal hace ocho años: desde los amigos a su afición por la música. Y que la fama no se le ha subido a la cabeza, que tiene algún defectillo –quizá algo impaciente, obseso del orden, nervioso-, pero que es flexible, de fácil convivencia y que aborrece la mala educación y la intolerancia.

Si se le recordara el número de televidentes que suspiran cada vez que emerge en sus pantallas, podríamos paladear el mismo sonrojo seductor que muestra cuando Jesús Mariñas le piropea. Negaría que es un conquistador. La velada concluiría en la playa, donde se desprendería sólo de su chaqueta –le gusta sugerir, no mostrar-. Alguna caricia, quizá un beso, pero eso sí, muy dulce. Y carnoso. Y limpio de humos (no fuma). Dicen, aunque a él no le guste escucharlo, que es el joven que todas las madres desearían tener como yerno. Para una primera cita, por lo tanto, ya es bastante.

El “arcano impenetrable”

En las entrevistas, Cantizano, 36 años, muestra la misma simpatía que exhibe en el espacio que conduce desde hace seis años con éxito: DEC. Le sobran tablas. Y <p>Jaime Cantizano</p>una extraña habilidad para sondear los denostados entramados del cuore con una elegancia principesca. También cintura para esquivar cualquier pregunta incómoda.

Pocas veces se pronuncia sobre temas controvertidos (sorprendió cuando manifestó su disconformidad con que la Reina se declarara contraria al aborto y a las bodas gays), y cuida celosamente que su vida privada no salte a los medios. Los rumores sobre su presunta homosexualidad no le preocupan “especialmente” –tampoco tiene intención de aclarar si son ciertos-. Y ante noticias como la de que se había casado en secreto con un futbolista, le entra la risa.

Defensor del colorín

El presentador reivindica con frecuencia la dignidad del programa del corazón que modera y que él prefiere definir como "espacio de crónica social". Sostiene que las discusiones entre sus contertulios no son más airadas que las que pueden tener lugar en otros escenarios y explica que el fin de DEC no es otro que “hacer sonreír y entretener". A pesar de ello, le gusta aclarar que su papel en éste no es otro que el de actuar de maestro de ceremonias. Ni siquiera se considera un experto en temas del cuore y cuando está de vacaciones, no hojea la prensa rosa. En cambio, madruga en sus días libres para consultar los índices de audiencia. Es su obsesión.

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