Gracias a la prácticamente imperceptible huella de un dedo en una esquina, se ha podido atribuir un cuadro, que se creía era obra de un anónimo artista alemán del siglo XIX, al genio del Renacimiento Leonardo Da Vinci.
'La Bella Principessa', un pequeño tesoro de tan solo 33 centímetros de alto por 23 de ancho, ha multiplicado ahora su valor. Se trata del retrato de la hija de un Duque milanés del siglo XV. Hace dos años fue comprado por un coleccionista suizo, que pagó 19.000 dólares (unos 12.800 euros) por la obra.
Después de hallar la clave que lo vincula a Da Vinci, una huella del dedo índice "muy similar" a la encontrada en un 'San Jerónimo' del pintor; el cuadro ha alcanzado un valor cercano a los 150 millones de dólares (más de cien millones de euros).
Sin embargo, dar con este descubrimiento no ha sido ninguna tarea fácil, sino el resultado de un costoso trabajo, digno de Sherlock Holmes, como apuntan desde Time.
Pero no sólo fue necesario el análisis exhaustivo de la huella dactilar, sino también la prueba del carbono 14, que permitió confirmar que el pergamino data de entre 1440 y 1650; y los análisis con rayos infrarrojos de la técnica del artista, necesarios también para determinar la autoría.
Un arduo trabajo
El descubrimiento de la huella del genial Da Vinci no ha sido, sin embargo, una sorpresa para todo el mundo. Y es que Alessandro Vezzosi, director del Museo Leonardo Da Vinci en la ciudad italiana Vinci, ya vinculó esta pintura al artista renacentista en su obra Leonardo Infinito (2008).
Basó su presentimiento en consideraciones artísticas, estilísticas e históricas; "Tan sólo con mirarlo sabes que no es alemán", dijo.
El actual propietario también había tenido "una corazonada". Así que junto al canadiense Peter Silverman, coleccionista de arte, se pusieron manos a la obra en busca de posibles pistas que vinculasen la obra al célebre pintor. Se centraron en localizar algún indicio que demostrara que el cuadro habría sido pintado por un zurdo (Da Vinci lo era).
En lugar de esto, uno de los especialistas involucrados en tal labor, Peter Paul Biro, descubrió la huella dactilar de un dedo índice en la parte superior izquierda, utilizando tecnología de infrarrojos. Tras comparar la huella con la encontrada en el 'San Jerónimo' conservado en el Vaticano, Vezzosi aseguró: "Es la confirmación de que lo que creíamos es cierto (...) Como en un crimen, la suma de las distintas pistas encontradas nos ha llevado hasta una razonable certeza".
Kate Ganz, propietaria de la Galería Ganz, compró la pintura en 1998 por 17.000 dólares (11.400 euros). Después de llegar a la conclusión de que no se trataba de una obra de Da Vinci, se la vendió al actual propietario nueve años más tarde.
Ella es de los pocos que todavía duda acerca de la autoría de la pintura. En una reciente entrevista a The New York Post declaró que "no creía" que la obra fuese de Da Vinci, y que "nada de lo que había visto o leído" le había hecho cambiar de opinión.
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