Langui: "Siempre pido salud para los míos, que yo ya me busco la vida"

  • Músico, actor, guionista y ahora también escritor.
  • A Juan Manuel Montilla no le detiene nada, ni su parálisis cerebral.
Juan Manuel Montilla, 'Langui'.
Juan Manuel Montilla, 'Langui'.
Jorge París
Juan Manuel Montilla, 'Langui'.

Muchos le recuerdan en los Premios Goya, salvando los infames escalones que le impedían recoger los dos 'cabezones' que ahora decoran la casa de sus padres. No hay muchos como él, y es que detrás de su humor socarrón hay una cabeza muy bien amueblada.

Juan Manuel Montilla, más conocido como el rapero Langui, parece fuera de lugar bajo la recargada cúpula del Hotel Palace, donde nos recibe. Él se crió en un barrio humilde, le llamaban el Monti y soñaba con ser futbolista. Hoy la vida le sonríe: tiene una mujer que le adora, un hijo de pocos años y otro en camino; tres discos de éxito y su propio programa en Radio Nacional. Y una parálisis cerebral con la que nació y con la que no se resigna.

Mucha rehabilitación y varias operaciones le alejaron de la silla de ruedas. Muchos se preguntan cómo vence los obstáculos cada día. 16 escalones antes de irme a la cama (Espasa) es la respuesta; un libro en el que cada peldaño es una reflexión sobre la vida: el destino, el silencio, la amistad, el amor, el humor… Peldaños que sube todos los días antes de acostarse.

¿Por qué este libro?

Era un proyecto que me estaba llamando. No quería estar secuestrado a una rima, a un tiempo. Quería dar forma a valores y actitudes de las que tenía ganas de hablar  y darles una nota autobiográfica. El 16 es un número que aparece en mi vida en fechas importantes, momentos claves... Y justo la escalera de la casa que me compro y con la que tengo que lidiar todos los días tiene 16 escalones. Subir esas escaleras cada día es un reto personal que me hace sentir activo. Pensé que 16 escalones antes de irme a la cama era un buen título para una canción y, al final, el destino ha querido que fuera un libro.

¿Qué escalón le cuesta más?

Todos los escalones tienen un reto. He tropezado muchas veces en el escalón del amor, pero la exclusión social es uno de los que más me cuesta. Y el del esfuerzo. Aunque no lo parezca, soy una persona muy vaga.

Si le hubieran dicho todo lo que ha conseguido cuando era 'el Monti', ¿se lo habría creído?

No, para nada. Habría pensado que era una broma,  podría haber sido una broma mía. Siempre digo que nunca el fracaso escolar fue tan lejos. Con 13 años iba con un bote de spray a pintar detrás de la fábrica. ¿Cómo iba a creer que iba a cumplir mi sueño, que iba a grabar discos, a viajar por toda España, a hacer una película y ganar dos Goya y tener mi propio programa de radio?

Y su mejor 'premio' es...

La constancia, querer algo e ir a por ello. Eso es algo que me han inculcado mis padres, mis amigos, o a lo mejor es que yo soy así. No tenía ni un micrófono e iba a Gitano Antón y le decía: "Que sí, que vamos a ser raperos". Y estábamos comiéndonos los mocos, no teníamos ni una minicadena. El premio es esa perseverancia a lo largo de los años: te vienen impedimentos que te hacen caer, te cuesta levantarte y sigues y al final lo consigues. Te sientes mejor contigo mismo, te sientes útil, válido; ese esfuerzo es la mayor recompensa.

¿Alguna barrera ha podido con usted?

Sí, la de ser futbolista, se me ha quedado la espinita. A mi hijo parece que le gusta. La pasión por el fútbol es lo que a mí me ha hecho moverme y estar activo: iba de casa al colegio con una pelota en los pies, y si no había pelota, con un bote. Santillana, Butragueño y Paco Buyo eran mis referencias.

¿Qué le diría a toda la gente  que se deja vencer?

No me gusta ser maestro ni ponerme de ejemplo. Yo siempre trato de aprender de todo y humildemente le diría que miren para atrás y vean a la gente que está peor; tienen que salir adelante por ellos. Si te falta un brazo, pues tienes otro, cúrratelo, aprende a comer, a vestirte, a pintar, lo que sea, porque a lo mejor el que está detrás no tiene ningún brazo. En mi caso, que me cuesta andar, me estoy compadeciendo y veo a un tío que está en una cama y sólo puede mover el cuello y la cabeza. Creo que los discapacitados, o los menos válidos, complementamos a la sociedad con algo que otras personas no tienen. Lo bonito es que, aunque la vida parezca  desastrosa y fea, el sol, la luna, la vida, el amor es muy bonito. Disfruta la oportunidad de que tus padres te han traído al mundo, sal adelante, evita tus miedos. Lo bonito no es llegar a la meta, sino cómo recorras el camino y el esfuerzo que empleas en ello. El esfuerzo siempre te hace sentir mejor.

Se declara un creyente en el destino, ¿cree en Dios?

Cuando era pequeño, sí. Pero llegó un momento en el que me entró una rebeldía y quise inventar mi propio padrenuestro. Soy muy mal compositor de padrenuestros y de religiones. Creo que hay alguien, tengo fe en las personas, en la vida y, sobre todo, en el destino. El destino está ahí y tienes que coger las oportunidades al vuelo.

¿Ha pensado qué hubiera sido de su vida si al nacer no le hubiera faltado oxígeno?

Claro, en el libro profundizo mucho en eso. Creo que eso también fue el destino. Me gusta mucho la velocidad; a lo mejor hubiera hecho el cabra al volante, me hubiera ido en una curva y me habría quedado como estoy ahora.

¿Su mayor miedo?

Tengo dos grandes miedos interiores. Uno de ellos es el futuro. Es impresionante cómo estamos dejando el mundo. Los seres humanos nos hemos creído dueños de algo que no es nuestro y encima lo destruimos… Y otro de mis grandes miedos es no poder valerme por mí mismo. No porque crea que vaya a estar solo, es el miedo a depender de otros.

¿Y cómo lo afronta?

Este brazo que no muevo es un fantasma que yo tengo. Me lo operaron a los 12 años, y a los 18 años dejé la rehabilitación. Se me fue atrofiando y así se ha quedado, por dejadez. Y aunque sigo activo por los conciertos, noto desgaste. Tendría que estar ejercitándome todos los días, pero no lo hago. Pero yo siempre pido; cuando veo una estrella fugaz o soplo un molinillo siempre pido salud para los míos. Yo ya me busco la vida.

BIO. Juan Manuel Montilla se crió en Pan Bendito (Madrid). Ha revolucionado el rap español con La Excepción. En 2009 ganó dos Goya por El truco del manco.

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