Pixar vuela todavía más alto con 'Up', que aterriza este jueves en las salas españolas

Un fotograma de la película 'Up'.
Un fotograma de la película 'Up'.
Pixar
Un fotograma de la película 'Up'.

Historia. Ésa es la palabra que más suena por los pasillos de Pixar tanto en la boca del jefe del estudio, John Lasseter, como en la del último e imberbe animador contratado. Historia. Una fórmula mágica, de sólo ocho letras, que permite a Toy Story, Bichos o Monstruos S.A. conservar su frescura en la jungla de la animación computerizada.

Historia. La de Wall-E era tan buena que fue comparada con lo mejor de Charlie Chaplin o 2001, una odisea en el espacio. La de Ratatouille era descrita por algún crítico como "demasiado perfecta".

¿Y la de Up? La de Up es arriesgada, imposible, tan excesiva que casi resulta suicida. Mayúscula y, a la vez, tan íntima y diminuta como el más corto poema de amor.

Un comienzo inolvidable

Ése, el amor, es el punto de partida de Up que, junto a Wall-E, es la película más romántica del estudio que revolucionó los dibujos animados.

Up comienza en los años cuarenta cuando, a través de los ojos de un niño, contemplamos las hazañas de un aventurero en blanco y negro. Ese niño conocerá a una niña aún más soñadora que él. Se enamorarán. Y recorrerán una vida en común, sintetizada en una de las secuencias más inolvidables, bellas y precisas del cine del presente siglo.

Tras esa escena, Up vuelve a empezar y, de la mano de un refunfuñón anciano, soltamos lastre y aferrados a decenas de miles de globos dejamos atrás una existencia de asfalto, soledad y recuerdos.

Inspirado en el genial Spencer Tracy, ese personaje, Carl, es el protagonista de la película. ¿Una película de dibujos sobre un anciano? ¿Una historia de amores eternos, fidelidad, nostalgia, globos y decrepitud? ¿Pero a quién se le ocurrió este disparate?

El dedo apunta a Pete Docter, un larguirucho de apenas cuarenta años codirector de Monstruos S. A. y copartícipe del guión de muchos de los hitos del estudio.

Admirador de los clásicos de Disney (Up recoge el emocionado guante de, por ejemplo, Bambi), de los locos cortos de la Warner (Kevin, el extraño y descerebrado pájaro que mueve los hilos de Up, parece una versión moderna del Correcaminos), Docter apenas reconoce la influencia de dos películas: las muy distintas El Mago de Oz (con la que Up ha sido comparada) y Vías cruzadas (joya del cine independiente, estrenada en 2003, protagonizada por un enano).

Éxito

Pero el riesgo de Pixar se ha visto, otra vez, justificado. La película ha sido número uno en la taquilla estadounidense, como lo fueron los anteriores nueve largometrajes de la compañía.

"Agradable, conmovedora y seguramente la más divertida de las películas del estudio", razonaba The Hollywood Reporter. "Te desarma", decían en Variety, "y lo hace gracias a su narrativa, imaginativa y sorprendente, y a su dolorosa mezcla de sueños pendientes y sueños cumplidos".

Objetivo alcanzado: también los críticos, siempre expectantes ante la posibilidad de pinchar el globo, han sucumbido de nuevo.

Lo que sí es novedad es que, por primera vez en la historia de Pixar, la película se proyectará en tres dimensiones. ¿Vale la pena? Depende. Aunque más sutil que en otras cintas animadas, como Monstruos contra alienígenas o Ice Age 3, la nueva tecnología puede distraer de la trama principal y desvirtuar sus magníficos colores.

¿Y el doblaje? Luis Varela, voz española de Carl, pone lo mejor de su parte, pero los actores originales son difíciles de suplir. Lo mejor, que los niños decidan, porque también es para ellos esta fábula adulta para volver a enamorarse del cine.

TRES ESPAÑOLES EN LA CORTE DEL REY DE LA ANIMACIÓN

Rodrigo Blaas: "La sutilidad es básica en animación"

Rodrigo BlaasEntró en Pixar por la puerta grande, como uno de los animadores de Buscando a Nemo (2001). En Up, este granadino intervino en la preproducción (entre otras cosas, diseñando al protagonista, Carl) y la animación de varias secuencias, como cuando Carl y Russell llegan a la cascada.

Para Blaas, uno de los grandes retos de la animación es "la sutilidad. Tienes que dotar de vida algo inanimado, y si las personas no necesitamos movernos mucho para comunicar lo que sentimos, los muñecos tampoco deben hacerlo. Basta una caída de párpados, una forma de mirar, para que su cara provoque emoción".

Enrique Vila: "La cinta es muy real y, a la vez, poética"

Enrique VilaEl fuego o los rayos de la película llevan su firma. Valenciano de nacimiento, Vila participó en los efectos de películas como Matrix antes de mudarse al estudio Pixar.

"Me alucina -afirma- lo que hicieron mis compañeros con los globos. Son más de 20.000, y van desinflándose a medida que avanza la película, transmitiendo la sensación de fracaso. Es como la película: muy real y, a la vez, poética".

Vila, que ha participado en otros éxitos como Ratatouille o Wall-E, trabaja ahora en los efectos de los cortos que se proyectarán antes de la esperada Toy Story 3.

Daniel López: "Es cálida, o al menos eso pretendimos"

Daniel LópezCasi le saltan las lágrimas al recordar la secuencia que resume la larga relación entre Carl y Ellie, de la que fue uno de los supervisores. "Justo cuando estábamos trabajándola -explica- murió mi padre, y ambas emociones se juntaron. Trabajar en la secuencia me ayudó a no pasarlo tan mal".

Cordobés con acento colombiano, López ha trabajado en el diseño de Carl, del que tuvo que recrear su aspecto desde los 7 a los 78 años. "Creo que la película es muy cálida y acogedora -asegura- o al menos eso es lo que pretendimos cuando creamos todo el mundo en el que se desarrolla".

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