Pese a lucir algún kilo de más y superar los cincuenta, no cuesta ver por qué fue considerado uno de los hombres más atractivos del mundo. Simpático y caballeroso, Denzel Washington estuvo en Madrid para presentar Asalto al tren Pelham 123, nueva versión de un clásico de 1974.

¿Qué novedades aporta este remake a la película original?

No la he visto, así que sólo puedo hablar de la nuestra. Me gustan sus personajes, gente normal en unas circunstancias extremas. Y me encanta mi personaje, un paria que, al final, tampoco quiere ser un héroe.

¿No añora hacer de villano?

Si el guión es bueno, no me importa lo que sea mi personaje, aunque es cierto que Hollywood tiende a estandarizarte. Por ejemplo, tras Training Day sólo me ofrecían hacer de policía malo.

Dicen que interpretar a un villano es más divertido...

Y estoy de acuerdo. A todos nos gusta ser malos alguna vez, mostrar nuestro lado oscuro. Lo confieso: al segundo día de rodaje ya sentía envidia del papel de Travolta.

Durante la película, sus personajes apenas se encuentran. ¿Cómo fue su relación?

Muy buena. Cuando parábamos de rodar nos quedábamos cantando, hablando... John es muy agradable, una persona sencilla y abierta.

Éste es su cuarto trabajo con Tony Scott. ¿Por qué?

Hay directores con los que tienes una afinidad especial: Spike Lee, Edward Zwick, Jonathan Demme... No es por dinero, sino por sentirte cómodo y en buenas manos.

Trabaja en Hollywood desde hace 30 años, ¿en qué ha cambiado la industria?

El momento clave fue cuando multinacionales como Sony o Viacom compraron los estudios. Eso aumentó la presión y se empezó a pensar más en el dinero que en la creatividad. La falta de originalidad no es culpa de los estudios, sino de las compañías que los manejan.

¿Cómo afecta eso a un actor?

En el material que nos llega. Mira ahora la cartelera y encontrarás cosas como Transformers 2 u otro Harry Potter. Remakes, secuelas... Ese afán por ganar más dinero conduce a historias con personajes poco trabajados.

¿Yqué puede hacer usted?

Poner toda mi voluntad para transmitir más cosas. Por eso también me gusta trabajar con Tony Scott: hace películas de acción, pero basadas en personajes interesantes.

Usted, además, también dirige películas...

Sí. Empecé a dirigir porque estaba cansado de actuar, y ya llevo dos películas. Disfruto mucho, pero dirigir es duro y al principio provoca bastante temor.

¿Y dónde está el placer?

De joven no quería ser actor, sino futbolista. Me atraía trabajar en equipo. Pero, como actor terminé siendo una estrella. Soy el centro de atención. En cambio, como director compartes más el éxito. Y ayudas a que los demás triunfen.

¿No le provoca más presión ser el director?

No, porque puedo hacer películas pequeñas. La presión viene por los gastos: si haces una película muy grande tienes que pedir mucho dinero, y luego tienes que devolverlo. Por eso hago películas menores. Sé que no obtendré un gran éxito de taquilla, pero tampoco tendré que amortizar tantos gastos.

¿Cómo explica su éxito?

Por la gracia de Dios. Mi consejo a cualquier actor joven es que rece y estudie mucho. Mi hija, de 18 años, quiere ser actriz. Como lleva mi apellido y ha salido en revistas conmigo ha recibido ofertas, pero no la dejo aceptarlas. Primero tiene que ir a la universidad, estudiar, formarse como actriz y como persona. En Hollywood hay un atajo para triunfar: hacerse primero famoso, pero no es el buen camino. El lento, el productivo, es trabajar para hacer crecer el talento.

En esta película ha tenido que engordar. ¿Se acabaron sus tiempos de galán?

Una vez, hace muchos años, yo era un tipo sexy. Por eso llevaba pendiente y bonitos trajes. Pero ahora prefiero interpretar a tipos anónimos que no le importan a nadie. Respecto a engordar... ¡Puede ser un auténtico placer!

¿Cómo ha sido su carrera?

El mundo era demasiado duro como para, encima, sufrir cada día en mi trabajo, ¡así que lo he pasado muy bien!

¿Sigue feliz con Obama?

Es demasiado pronto, pero conservo la ilusión de que renovará la política. Por ejemplo, el Gobierno de mi país se ha abierto a los medios tras ocho años de secretos.

¿Cambiará el mundo?

Una sola persona no puede lograrlo, pero al menos es capaz de transmitir esperanza. No hay luz sin oscuridad, y estos últimos años han sido muy oscuros.

Dicen que Obama lo invitó a jugar al baloncesto en la Casa Blanca. ¿Lo hicieron?

Tiene mucho jaleo, la Casa Blanca está llena de periodistas y yo soy un tipo discreto. Cuando las cosas estén un poco más tranquilas, iré. ¡Y que Obama se vaya preparando!