Oasis en el FIB: La chulería de jugar en casa

  • La banda británica tocó en el primer día del XV Festival de Benicàssim ante una multitud de entregados compatriotas.
  • Grandes éxitos de su primera etapa y las poses de Liam Gallagher marcaron el concierto.
Liam Gallagher, durante la actuación de Oasis en el Festival de Benicàssim
Liam Gallagher, durante la actuación de Oasis en el Festival de Benicàssim
Domenech Castelló / EFE
Liam Gallagher, durante la actuación de Oasis en el Festival de Benicàssim

La tercera visita de Oasis al Festival Internacional de Benicàssim se recordará por la chulería que ha impregnado la hora y tres cuartos de su concierto, tanto por haberlo basado en grandes éxitos de su primera etapa como por las poses de su líder, capaz de largarse dejando a medias su tema estrella.

Tenían el partido ganado. Los hermanos Gallagher, Liam (voz) y Noel (guitarras), se enfrentaban confiados a una multitud de entregados compatriotas que hoy han convertido el FIB Heineken en una auténtica colonia británica en medio de la Costa del Azahar.

La proporción de fibers extranjeros respecto a españoles es, a primera vista, apabullante. Y es que este año han venido como nunca antes, de todas las edades y estilos, con todas las ganas del mundo de convertir durante cuatro días a Benicàssim en la capital anglosajona de la fiesta sin fin.

El recinto de conciertos, ampliado hasta límites insospechados -tiene ya 105.000 metros cuadrados- y renovado en su estética -hay hasta pubs de diseño para cócteles y puestos de carnes argentinas a la brasa-, se ha quedado ya pequeño en su primera jornada, aquella que hace años solo abría parcialmente para celebrar unos cuantos conciertos de bienvenida a un público mayoritariamente español que escuchaba a grupos desconocidos y muy indies.

Todo aquello ha quedado atrás y en la noche de este jueves, Oasis pidió no recordar con rencor (Don't look back in anger) sino afrontar el presente con realismo: el FIB Heineken es un acontecimiento sociocultural cuya proyección internacional y repercusión mediática y económica solo es ya comparable con los grandes y consolidados festivales de Inglaterra o los Estados Unidos.

Problemas de sonido

Oasis agradeció a sus seguidores su entrega con 19 canciones; o 20, si se cuenta el amago de Whatever con que Noel intentó capear el abucheo generalizado por la espantada de su hermano en medio de Wonderwall, su tema más famoso, el que en 1995 les abrió la puerta de la inmortalidad dentro de aquel (What's The Story) Morning Glory? del que hoy han rescatado cinco piezas.

Roll With It o Champagne Supernova han acompañaron así a otros grandes éxitos de la banda de Manchester, como Live Forever, Rock 'N' Roll Star, Slide Away, Leyla, Supersonic o el I Am The Walrus de los Beatles que llevan haciendo suyo desde la década pasada, cuando eran los reyes -siempre polémicos y rentables- del llamado britpop.

El sonido no les acompaño, la voz de Liam no se escuchaba con toda su intensidad y los primeros dos minutos de Champagne Supernova fueron cantados íntegramente por el público ante el vacío sonoro que se había producido.

Desafiante

El cantante de Oasis, pese a las dificultades técnicas, se erigió como el líder chulesco que se espera de él, vestido con una gabardina que mantuvo abrochada todo el concierto -pese al bochorno que reina en la zona-, con su peculiar forma de cantar con las manos a la espalda, su pose desafiante ante el público, su estatismo.

Y esa forma de hablar, insultante, que ha hecho a varios fibers españoles devolverle los improperios; en castellano, por supuesto. Y es que los artistas extranjeros ya no se esfuerzan en Benicàssim por chapurrear los típicos "gracias" o "sois un público estupendo". Juegan en casa y ganan por goleada.

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