Dejaste una marca en mí, permanente, un tatuaje / Perfora la carne y hace que la sangre brote. Siempre desnuda hasta lo explícito (móntame por la espalda y aúlla hacia el techo) pero, cuidado, caballeros, no es una simple niña bonita. "¿El hombre perfecto? Un poeta en una moto. Un hombre que viva en el límite, un espíritu libre". Lucinda es una mujer blanca en cuyas entrañas reside una blueswoman muy negra.
Cuando tenía cinco años, Lucinda Williams (Lake Charles-Luisiana. EE UU, 1953) estaba enamorada de una gran pala Caterpillar, esos escultores mecánicos con tierra en las fauces. Sabor a grava, a roderas en los caminos sin asfalto, a bombillas de 60 vatios, a lágrimas en las sábanas, a algodón...
Nada ha cambiado. El aroma terroso sigue siendo notable en la obra de la cantautora, que está de gira en España por primera vez en un acto de pura justicia: desde 1979 es la única música en activo a la que pueden aplicarse de manera simultánea los adjetivos de rockera y confesional.
Lucinda Williams y su grupo Buick 6 tocaron el martes en Bilbao. Este jueves lo harán en Cartagena, en el festival La Mar de Músicas. El viernes, en Zaragoza (teatro Principal). El sábado, en Madrid (Joy Eslava). El lunes, en Barcelona (sala Apolo). Las entradas cuestan 45 euros en taquilla y 40 en compra previa en la web www.ticketmaster.es.
Tres Grammy
Ganadora de tres premios Grammy y merecedora de elogios de talla ("la mejor compositora de Estados Unidos", dice Time), acaba de editar su noveno disco de estudio, Little Honey (Lost Highway, 17 €). Es más luminoso y optimista que West (2007), grabado en plena ruptura sentimental y tras la muerte de su madre. La cronista de la desesperación parece capaz de sonreír y se atreve a llevar a su terreno -country rock manchado de blues- el Long Way to the Top de AC/DC.
Hija del profesor de Literatura y poeta Miller Williams (1930), llevó una vida de pocos lujos pero mucho nomadismo. Creció en una docena de ciudades del sur estadounidense, en campus universitarios donde la mejor diversión eran las reuniones nocturnas de escritores en las que la niña conoció a Charles Bukowski y Flannery O'Connor. En aquellas fiestas le pedían que tocase la guitarra.
Tuvo que rodarse en los circuitos de bares y cantinas antes de intentar grabar. Después de un par de discos tradicionalistas, apadrinados por el prestigioso Smithsonian Institute, intentó ganar en mordiente, pero sus maquetas fueron rechazadas por CBS porque eran "demasiado country" y por los sellos de country porque eran "demasiado rock".
La oportunidad de salir de la categoría de chica vaquera con guitarra le vino de rebote. Como en su país nadie creía en ella -pura en exceso, cruda siempre y mujer sin bozal-, tuvo que buscar dinero en el exilio para grabar el disco Lucinda Williams (1988), producido por la indie británica Rough Trade.
Alguien llegó a decir que las canciones-relato de la compositora eran el equivalente en country-rock a los cuentos de soledad profunda y aislamiento urbano de Raymond Carver. Uno de los temas del disco, Passionate Kisses, fue un éxito masivo en EE UU en 1992 cantado por Mary Chapin Carpenter.
A partir de entonces, todos abrieron los oídos a la honestidad de Williams, que aprovecha los rasguños del sufrimiento y el desamor para viajar hacia las tinieblas. Como Bob Dylan, Neil Young o Tom Petty, con quienes es comparada con frecuencia, lo suyo no es la belleza sin aristas a la moda, sino la arista misma.
La niña enamorada de una Caterpillar tiene ya 56 años y nadie duda del poder de sus canciones. En Little Honey parece liberada de la angustia del amor roto y se atreve a bromear sobre el cretinismo de algunas seudo estrellas de consumo rápido (Little Rock Star, dedicada a Amy Winehouse y Pete Doherty), las maneras despóticas de las compañías discográficas (Rarity) o el valor moral del amor en una época de pánico (Plan to Marry).
Si buscan emociones fuertes, están aseguradas en las cuatro actuaciones que se celebran a partir de este jueves. Hay antecedentes de alto voltaje emocional: en 2007, una asistente fue detenida por masturbarse en uno de los conciertos de Williams. El año pasado, un hombre sufrió un ataque cardíaco en otro. Tras ser desfibrilado se negó a ser trasladado al hospital por los paramédicos y se quedó hasta el término del show.
Momento decisivo: junio de 1998
"Quiero ser antihermosa"
No pases de...
(tres citas obligadas para poner los sentidos a tono)
UNA PELÍCULA
UN DISCO
UN LIBRO
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