Enrique Bunbury: nómada universal

  • Incansable viajero, su fuente de inspiración es el propio mundo.
  • La India, Nepal o Marruecos han marcado profundamente al baturro.
  • Su actual paraíso en la Tierra se encuentra en Cádiz.
Bunbury, durante un concierto.
Bunbury, durante un concierto.
FLICKR / Revista Wego
Bunbury, durante un concierto.

Finalizada la vuelta que le ha llevado a presentar su último álbum, Hellville de luxe, por los escenarios de nuestro país, a Enrique Bunbury todavía le queda en el tintero hacer lo propio por Centroamérica y Sudamérica a partir del próximo mes de septiembre. Un placer agotador para un incansable viajero de su calibre.

El artista aragonés no se cansa de pregonar lo mucho que disfruta en cada uno de sus saltos a lo largo y ancho del planeta: lugares como México, Marruecos, Nicaragua, la India o Nepal son algunos de los destinos que más profundamente le han marcado en los últimos años.

Me enfrento a los viajes con curiosidad casi antropológica

Misticismo y continuo aprendizaje son las máximas que acompañan al artista en cada uno de sus saltos; no en vano, Bunbury afirma "enfrentarse al viaje con curiosidad casi antropológica", un modo de crecer -tanto musical como vitalmente- que le ha convertido en uno de los personajes más destacados y distinguibles del panorama musical patrio.

Su carácter nómada se ha visto reflejado en la mayoría de sus trabajos: si en Radical Sonora apostaba a fusionar tecno-rock con sonidos árabes y en Pequeño daba guiños al Waits más cabaretero, en su anterior obra (El viaje a ninguna parte), multiplicó su faceta más universal e inquieta y bordó su trabajo más ecléctico hasta la fecha.

Retirado en Hellville de luxe -el nombre de su actual estudio/residencia, afincada en el Puerto de Santa María, Cádiz-, el maño ambulante sigue con la vista puesta en un horizonte sin límites, pero con una parada inminente: la publicación de un nuevo álbum, Las consecuencias, que verá la luz a finales de octubre.

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