Su vieja maquinaria funciona como el primer día y de eso hace este viernes justo cuarenta años. El teleférico de la capital, inaugurado en 1969, está de cumpleaños y para celebrarlo va a invitar a sus visitantes a las 12.00 h a una gran tarta de cumpleaños.

Muy lejos queda ya el viaje inaugural que hizo el entonces alcalde de Madrid, Carlos Arias Navarro, en compañía de su esposa. Su construcción se encargó a la empresa suiza Von-Roll con un montaje que hace que "el teleférico sea una joya", dice con orgullo el actual responsable técnico de la instalación, Binio Milev.

Cada año montan en él 250.000 madrileños, "la mayoría familias con niños", explica Milev. Tantos hogares han subido a sus 80 cabinas que hasta los Príncipes de Asturias "hicieron cola con sus hijas para ver Madrid desde el aire".

Al igual que antaño, el teleférico pretende "unir el centro de Madrid con el pulmón verde de la ciudad con un transporte aéreo que al ser eléctrico es totalmente ecológico".

De que todo funcione correctamente se encargan doce empleados que también velan por la seguridad. "Tenemos un sistema bicable que da más confortabilidad de viaje; evita vibraciones", dice Milev.

Pillados in fraganti

Aunque está a medio caballo entre ser un transporte y una atracción, lo cierto es que la normativa de seguridad es la del transporte aéreo de alto riesgo y las inspecciones son casi continuas que han evitado accidentes en estas cuatro décadas.

"Sólo en dos ocasiones ha habido descarrilamientos, pero siempre en la estación y nunca se nos ha parado ninguna cabina en el aire", dicen los operarios que recuerdan, no sin reírse, que "más de una vez hemos pillado a parejas intimando en las cabinas". El teleférico abre hasta el 30 de septiembre todos los días de 12.00 a 21.00 h con un descanso para la comida los días laborales. La tarifa de ida es de 3,50 euros y de 5,10 para ida y vuelta. Miedosos a las alturas y con vértigo, mejor abstenerse.