En la carta que el asesino confeso de Marta del Castillo entregó a su abogada, y que obra en poder del juzgado de instrucción número 4 de Sevilla, el joven reitera que mató a la chica y que arrojó su cadáver a un contenedor de basuras.

La misiva fue dejada por Miguel Carcaño en su celda el jueves, poco antes de intentar suicidarse. El joven intentó quitarse la vida aprovechando un momento en que entró al baño de la cárcel de Morón de la Frontera y se quedó solo, pero fue descubierto por el "interno de apoyo" que siempre le acompaña para evitar suicidios, según ha informado a Efe un portavoz de Instituciones Penitenciarias.

Según informa el diario EL Mundo, Miguel reitera en su escrito la que, hasta ahora, era su última versión de lo sucedido: que él y el menor apodado como el Cuco golpearon, amenazaron, violaron y mataron a Marta del Castillo la noche del 24 de enero y que luego se deshicieron del cadáver arrojándolo a un contenedor de basuras.

"Pasa un día, y otro, y otro..."

"Pasa un día, otro, y otro... y no aparece, y esto no termina", lamenta Antonio del Castillo, padre de Marta, al comenzar otra jornada de búsqueda de su hija. "Siento impotencia. ¡Qué padre no piensa: si me los dejaran a mí, los haría hablar...! Pero la Policía tendrá sus medios para que confiesen".

Antonio del Castillo habla pausado, sereno, mientras espera noticias del vertedero de Alcalá de Guadaíra (Sevilla). Allí, con máquinas y perros, se inspeccionan los residuos donde supuestamente su hija estaría sepultada, bajo más de 40.000 toneladas de basura, según la última versión del asesino confeso Miguel.

La familia lleva esperando desde que Marta salió de casa el 24 de enero, y cuando su ex novio y los que creía sus amigos confesaron haberla matado y tirado su cuerpo al río, esperaron que fuera localizada en el Guadalquivir, y ahora en el estercolero. Pero no hay rastro.

"Es como si lleváramos trabajando más de veinticuatro horas seguidas durante dos meses. Estamos cansados, muy cansados", declara a EFE Antonio del Castillo. Su esposa, Eva, "tiene ratos", dependiendo de si las dos hijas pequeñas están en casa. "Entonces hay que intentar llevarlo, que no nos vean tristes", explica.

La sarta de mentiras aumenta la desesperación familiar. La publicación de detalles, el dolor. "Salen más cosas de la cuenta -opina Antonio del Castillo- Teníamos asumido que había muerto de un golpe y no se había enterado de nada. La última versión de Miguel, por las formas y la manera que dice que la mataron, nos ha destrozado".

El padre conocía esos datos por su abogado, pero había cosas que no había contado a su familia, "para protegerla de un daño innecesario". Pasado este tiempo, con la maraña de declaraciones y la falta de resultados, nada parece fiable, incluso si está en el vertedero.