Intentando aterrizar en el Prat en pleno tornado

He escuchado al piloto hablar a la torre y he sido contagiado del terror de la gente. Risas nerviosas, gritos, abrazos y hasta aplausos al bajar del avión. Mucho sudor y ganas de soltar alguna lagrimilla. Nuestro vuelo fue el último en aterrizar en un aeropuerto que estaba cerrado al tráfico aéreo. Éramos los únicos en la pista, en algunos momentos rodeados hasta por cuatro tornados, y pasamos mucho miedo.
Los tornados obligaron a cerrar el aeropuerto de El Prat
Los tornados obligaron a cerrar el aeropuerto de El Prat
20minutos.es
Los tornados obligaron a cerrar el aeropuerto de El Prat

Anoche viví en el aeropuerto del Prat la que sin duda ha sido laexperiencia más traumática de mi vida como usuario de ese medio detransporte tan seguro que son los aviones.

Fue espeluznante y me dejó singanas de nada, sudoroso y con el ánimo partido endos

Anoche un vuelo que sólo tarda habitualmente50 minutos tardó más de dos horas. Fue espeluznante y me dejó sin ganasde nada, sudoroso y con el ánimo partido en dos. Siendo una persona queviaja semanalmente en avión, piloto privado aficionado, más quehabituado a estos gigantes trastos voladores, ingeniero aeronáutico, ypor tanto conocedor del medio, fue terrible.

18:00

Salimos de Madrid en medio de algunaconfusión a las 18 horas, puntuales como un reloj. Se oían rumores detormentas en Barcelona, pero el puente aéreo operaba con normalidadhasta ese momento (en dirección Barcelona). Fue un despegue tranquilo abordo de un MD 81, que si bien es un buen avión, por su configuraciónno es de los que más me gusten, y menos en tormentas o turbulencias (eslargo en exceso y estrecho además de llevar el motor demasiado atráspara mi gusto).

18:45

Vuelo tranquilo con el dato curioso de lapresencia del Sr. Santiago Segura en el mismo avión unas filas másatrás. El comandante avisa de alguna actividad tormentosa y deprevisibles turbulencias. Estamos cerca ya de Barcelona y parece otroaterrizaje más.

19:15

Seguimos en el aire esquivando altasnubes de tipo cúmulos, y dando vueltas. Vemos tormentillas y abundantetráfico. El comandante menciona la posibilidad de ir desviados aValencia entre otros destinos. Entre las nubes es visible unagrandísima manga (un tornado sobre el mar). Es increíble el ver cómolevanta agua de mar a tanta altura. ¡Muy espectacular!

Comenzamos el descenso: flaps a unos 20º, y tren de aterrizajefuera… Bandazos de un lado a otro, subidas y bajadas y en la nuevapista del Prat, con el mar cerquísima. Justo en el momento de tocartierra comenzamos a escorarnos a la derecha hacía el mar. Algún grito ytodos nos miramos. El avión intenta remontar el vuelo ya sobre el mar.Meneos varios, y sobre los planos sólo acertamos a vislumbrar no uno,sino dos tornados uno en cada lado.

¡Queremos volver a Madrid!

Obviamente, el piloto logra remontar el vuelo y de nuevo nos vemosdando saltos sobre el litoral catalán. ¡Gritos! ¡Peticiones de volver aMadrid! Y la puerta de la cabina abierta de par en par. Escuchamos alcomandante hablar con la torre. Lo volverá a intentar el buen señor.

19:50

Nueva aproximación. Al fin entre dostornados al más puro estilo de Hollywood tomamos tierra en el Prat.Aplauso, alivio. Indescriptibles emociones. Ya más tranquilos enrodadura a la terminal nos alerta el comandante de los tornados quehemos sufrido. De pronto uno de los tornados nos enfila al avión.Escuchamos nuevos gritos del piloto: "Holding Short runaway 7Y" Eltornado que viene. La gente muy nerviosa comienza a levantarse dentrodel avión: unos gritan otros miran con asombro. Algunos sacan fotos consus móviles de última generación, hay verdadero respeto entre elpersonal.

Yo me agarroto en mi asiento y aprieto más si cabe mi cinturón deseguridad. Nos movemos y el tornado pasa de lado e impacta con laterminal rompiendo cables con el consiguiente y espectacularchisporroteo de cables, levantando en el aire carritos de maletas ylanzando por el aire numerosas maletas que esperaban ser cargadas elalgún avión. Una pared de la terminal de carga que cede y caeviolentamente, el tejado que se levanta en un amasijo de hierros.

Varios tornados, hasta cuatrollegamos a contar, nos rodean y la terminal aún no estácerca

Hasta un avión que esperaba su próximoservicio estacionado y vacío en la terminal de carga, sufre laviolencia del tornado que lo medio levanta y lo desplaza de su posiciónen varias decenas de metros. Ahora sí. ¡Estoy muerto de miedo! Variostornados (hasta cuatro llegamos a contar en un momento concreto) nosrodean y la terminal no está aún cerca como para correr a ella.


Detienen el avión y una jardinera dispuesta a acercarnos a la terminalse incorpora rauda y cuidadosa.
La pista es tá empapada y el cielo estánegro. No hay más aviones con pasaje que el nuestro.

La pesadilla continúa en tierra

Bajamos con las piernas débiles y temblorosas del esfuerzo en mediode una fina lluvia y aún sin haber subido aún a la jardinera uno de lostornados toca tierra a unos 200 metros de nuestra posición levantandoun vehículo de asistencia. Nuevos gritos y muchas carreras por metertodo el mundo en la jardinera para llegar a una terminal en la quenumerosos taxistas sacan fotos con sus móviles y se refugian de lasposibles consecuencias de los susodichos tornados.

Terrorífica experiencia de alguien que ya había visto tornados ensus años de residente en EEUU, pero nunca tan de cerca ni tan inseguro.He visto asustarse al personal. He escuchado al piloto hablar a latorre y he sido contagiado del terror de la gente. Risas nerviosas,gritos, abrazos y hasta aplausos al bajar del avión. Mucho sudor yganas de soltar alguna lagrimilla que otra. Nuestro vuelo fue el últimoen aterrizar en un aeropuerto que estaba cerrado al tráfico aéreo.Éramos los únicos en la pista, y pasamos mucho miedo.

Esto lo vivimos anoche en un vuelo que al final nos llevó más de 130minutos y que vio en mis ojos unas imágenes propias de cualquiersuperproducción americana de esas de cine tan fatalista tan de modahace unos años.

Hoy estoy más tranquilo, pero aún cansado y abrumadopor los acontecimientos de ayer. Pensé en lo peor y la verdad me vi tana la merced de los acontecimientos que yo creo que la pura impotenciame superó.

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