Dolor y recuerdo. Ése será hoy el sentimiento de los familiares de las 192 personas que murieron hace cinco años en los atentados terroristas del 11-M. El mismo sentimiento de la familia de Laura Vega, la joven que sigue hospitalizada en un estado vegetativo irreversible. Y de todos y cada uno de los que aquel día resultaron heridos en los trenes madrileños.

El sentimiento de las 2.085 personas que la sentencia reconoce como víctimas.

No todos ellos han pedido la indemnización que el veredicto dice que les corresponde. Lo han hecho 1.733 personas. De éstas, 190 (los familiares de 182 fallecidos y los 8 heridos más graves) han visto aprobadas sus peticiones y muchos han cobrado todo lo que les corresponde.

Esto significa que un lustro después hay 1.543 víctimas que esperan la aprobación del expediente para recibir la totalidad de la indemnización.

Muchos de los afectados han cobrado parte en concepto de anticipo. A estos pagos adelantados se han destinado 60 millones de euros. Pero entre los 940 que no fueron reconocidos como víctimas hasta la sentencia hay quienes aún no han recibido ni un euro.

Retrasos burocráticos

El retraso se debe a la necesaria espera hasta que la sentencia fuese firme -algo que no sucedió hasta el 17 de julio de 2008- y los culpables fuesen reconocidos como insolventes.

Para subsanar este problema, este mismo miércoles se comenzarán a tramitar otros 500 expedientes, para cuya cobertura se aprobó el viernes una ampliación de crédito de 155 millones de euros.

Así lo confirmó este martes José Manuel Rodríguez Uribes, director general de Apoyo a Víctimas del Terrorismo, un órgano que depende directamente del Ministerio de Interior.

El objetivo es que a final de año se haya "satisfecho la totalidad de la indemnización", según señala Rodríguez. Incluso la de las diez víctimas mortales cuyos familiares, por la dificultad de dar con los herederos legales, aún no la han pedido.

ALGUNOS DE LOS AFECTADOS, CINCO AÑOS MÁS TARDE

Ruth Molina G.
Relaciones públicas, 30 años

"Mi hija me ha hecho olvidar"

A punto de ser mamá por primera vez, Ruth parece no recordar lo mal que lo pasó hace cinco años. Las ganas de ver a su hija han borrado los dos años de psicólogos, los seis meses de baja para recuperarse y su miedo a montar en tren. A esta joven madrileña sólo le queda cobrar su indemnización. Recibió un anticipo, pero la totalidad se hace esperar. El largo proceso tiene la culpa.

Ángeles Domínguez
Presidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas

"Me da miedo recordar"

La explosión la apartó dos años de su trabajo y su indignación la llevó a convertirse en la presidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M. Tras superar que su rostro quedara prácticamente irreconocible, Ángeles ha luchado para seguir con su vida. Sólo tiene una asignatura pendiente: "Me da miedo recordar lo que pasó. He tenido la suerte de no acordarme de nada", explicó.

Araceli Cambronero
Auxiliar, 40 años

"Me ha destrozado la vida"

Su ansiedad tras el atentado acabó con su matrimonio porque su marido no pudo soportar su actitud. Luego, su trabajo y, finalmente, un cáncer de mama que, por suerte, ha podido superar gracias al apoyo de sus dos pequeños en sólo cinco años. "Me ha destrozado la vida", confiesa. El juez le ha dado la razón al considerarla víctima del 11-M. Antes decían que era una exagerada.

Óscar Vázquez
Desempleado, 44 años

"No subiré más en tren"

Reconoce que ha logrado superar el susto, pero asegura que no se montará más en su vida en un tren. Su fobia es tal que dice que se ha convertido en el taxista personal de sus cuatro hijos para evitar que cojan el tren. Sabe que hoy hace cinco años del atentado, por eso "no encenderé la tele ni leeré los periódicos. Me da miedo revivir lo que pasó aquel día".

Ayudas para la audición

Del mismo modo que en el caso de minusvalías se ha hecho una adaptación de la vivienda, el departamento de Apoyo a Víctimas estudia, a petición de la Asociación 11-M, prestar su ayuda para las reformas que necesiten hacer quienes hayan quedado con secuelas auditivas. Las subvenciones a las asociaciones, las becas de estudio, las ayudas médicas y psicológicas... Las víctimas cuentan con muchos apoyos, pero no con el fondo que se creó tras el atentado con aportaciones privadas y que está prácticamente agotado.