Tras siete años de noviazgo con un joven, Daniel Westling, que nunca terminó de agradar a sus padres, la princesa Victoria de Suecia, de 31 años y primera en la línea de sucesión de su país, ha anunciado que dará el "sí quiero" a su novio en 2010.

El agraciado, de 35, posee varios gimnasios en Estocolmo, aunque comenzó a trabajar como el entrenador físico de la princesa y se le tachó de ser demasiado corriente para ella.

El año que viene cambiará su posición por el de príncipe y duque de Bastergotland.

El anuncio ha tenido una reacción positiva en el pueblo sueco, que siente un gran aprecio por la primogénita de los reyes y que esperaban desde hace algo más de un año, cuando comenzaron a intensificarse los rumores de boda, que se produjera.

Victoria es la única heredera de una casa real europea que permanece aún soltera.

Habrá que ver, sin embargo, si también la prensa amarilla escandinava ceja en su empeño de desprestigiar a un joven al que desprecian por su condición de "pueblerino sin estudios universitarios".

"No fue un amor a primera vista"

Durante una rueda de prensa en la que los novios han posado para los medios, la princesa ha explicado que lo suyo con Westling no fue un amor a primera vista, sino consecuencia de "una amistad bella y entrañable".

"Hemos conocido a Daniel y advertido que es un buen hombre que trabaja de forma dura y seria. Se toma la vida en serio", apuntó el monarca, desdiciendo así las continuas especulaciones sobre su disconformidad ante el pretendiente de su hija.

También la reina Silvia ha descrito a Westling como alguien "prudente, humilde, decidido, inteligente y lleno de energía".

Un enlace esperado

Los largos años transcurridos desde que Victoria conoció a Daniel en un gimnasio han dado pie a todo tipo de especulaciones.

Hace sólo unos meses, la revista Semana aseguraba que la princesa Magdalena, hermana menor de la heredera al trono sueco, se había peleado con ésta. El motivo no era otro que Magdalena quería contraer matrimonio con su novio desde hace cinco años, Jonas Bergström, pero las convenciones sociales le impedían hacerlo antes que su hermana.

Según la revista, Magdalena dio un ultimátum a Victoria: o se casaba, incluso en contra de la voluntad de su padre, o abdicaba. Ella no podía esperar más.