Rodada en un blanco y negro desasosegante y enérgico, el realizador de cine independiente Alex Holdridge nos presenta una historia (clausura del Festival de Gijón) amargamente cotidiana de una pareja que contacta en una web y se cita el día de Nochevieja. El cineasta texano retrata, en este su tercer filme, a un Los Ángeles alejado de las estampas hollywoodienses que todos conocemos.
Parece, más bien, una de esas películas de callejones siniestros y frío ambiental que tienen su referente en el primer cine de John Cassavetes y que después han continuado Francis Ford Coppola en La ley de la calle o Gus Van Sant en Mala noche. Desde esa tristeza, Holdridge alienta vida en sus dos protagonistas y en los personajes secundarios, que también mima. El resultado es una cinta muy sensible, hermosa y llena de melancolía.
Es el fracaso sin paliativos de seres en medio del asfalto y rodeados de gente que no les evita sentirse solos y sin respuestas. Un ejercicio de sinceridad que nos cala muy dentro, porque nos reflejamos en la ansiedad de estos antihéroes, en esa vida moderna tan fácil y boyante que finalmente es como un azucarillo que se deshace entre los dedos.
EE UU, 2008 / 96 minutos / Dir.: Alex Holdridge / Int.: Scoot McNairy, Sara Simmonds / Estreno previsto: 5 de diciembre
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