El próximo viernes llega a España La Ola. Bajo la apariencia de ser otra película para adolescentes, la cinta plantea una interesante pregunta:

¿puede volver el fascismo? Mientras en nuestro país se discute sobre la "memoria histórica", el cine alemán convierte el recuerdo en asunto de Estado. No en vano, a la entrada de uno de los pabellones de

Auschwitz sigue colgada una máxima: "Quien olvida su historia está condenado a repetirla".

Otro mensaje, "fuerza a través de unión, disciplina  y acción", permaneció escrito toda una semana en la pizarra de un colegio de Palo Alto, California. A pocos metros de la Universidad de Stanford, una de las cunas del saber de EE UU, un profesor demostró en 1967 que más de 700 jóvenes podían sumarse enfervorizados a una iniciativa fascista. El experimento tuvo que interrumpirse.

Pero ya era demasiado tarde: un joven perdió una mano preparando una bomba, y el ambiente de violencia y temor en el instituto era ya irrespirable.

 

Esta experiencia inspiró a Morton Rhue a escribir un libro, convertido en éxito nada más llegar a Alemania y ahora de lectura obligatoria en algunos colegios germanos. En él se ha basado la película. Para Ron Jones, el atrevido maestro que puso en marcha el experimento, "esta versión contemporánea es refrescante. Me gusta que la hagan los alemanes: eso no pasaría en EE UU.

Los americanos somos niños ignorantes que no quieren ver lo que han hecho. Ni en Dresde ni en Hiroshima ni en Irak". ¿Diría lo mismo de los españoles?

El nazismo empieza a explicarse en las escuelas alemanas a partir de los once años. Se toca en Historia, pero también en Literatura, Arte, Religión o incluso Biología. Sin embargo,

no todas las heridas están cerradas.

Dennis Gansel, director de la película, reconoce que sólo pudo ver la bandera alemana sin sentir vergüenza a partir del Mundial de Fútbol de 2006. "Hasta entonces sentía culpabilidad. Mis abuelos estaban fascinados con

Hitler. En cambio, mi hermana pequeña dice que ya no debería hablarse de él en la escuela".

Pensada por y para los jóvenes,

La Ola alarma

sobre los atractivos que puede ofrecer el fascismo. La estética nazi puede ser sugerente (el emblema creado para la película ha terminado tatuado en muchos brazos juveniles). El poder sobre el otro implica un componente sexual de dominación. La falta de ideales y referencias familiares obliga a buscarlos, de forma precipitada, durante la adolescencia. Y sobre todo, y esto es también para los adultos, el nazismo ofrece respuestas sencillas a problemas complejos. Y eso sí que es un problema.

¿Hay algo que rescatar del nazismo? Sí, este documental de

Leni Riefenstahl. Pura y magistral propaganda.

Sólo

Lubitsch (y

Chaplin en

El Gran Dictador) puede tocar el asunto en plena Guerra Mundial y firmar una obra maestra.

El doctor Mengele, encarnado por

Gregory Peck, clona a 94 réplicas de Hitler. La película fue exitosa; por supuesto, ya se habla de un remake.

Recrea los claustrofóbicos y desesperados últimos días de Hitler.