Damien Jurado desata una intensa tormenta de folk y rock en su paso por España

Damien Jurado, interpretando una canción. (Archivo)
Damien Jurado, interpretando una canción. (Archivo)
Damien Jurado, interpretando una canción. (Archivo)

El infravalorado músico de Seattle, el mentor de la mágica Rosie Thomas, el trovador de los claroscuros del alma, Damien Jurado, hacía escala ayer en Madrid para presentarnos Caught In The Trees, su recomendable último disco.

Aunque en él desliza más luminosidad de la que acostumbra, esta colección de canciones está, según parece, profundamente marcada por una reciente ruptura sentimental. No parece haberle sentado mal a Jurado, ya que el disco tiene un buen puñado de soberbios temas, y físicamente parece rejuvenecido, más delgado, aunque igual de imponente sobre un escenario.

El concierto, organizado por Houston Party, quien también trajo hace unos meses e The Sadies, fue impecable.

Pasadas las nueve y media de la noche, y con una sala Moby Dick inesperadamente poblada para ser lunes, Jurado irrumpió ante los focos, con una mujer a la batería y los coros y un guitarrista, aunque a lo largo de la velada el intercambio de instrumentos fue casi constante.

Ninguneado Ghost Of David

Si algo se le puede achacar a la actuación, es que Jurado se permitiera el lujo de ningunear flagrantemente Ghost Of David, probablemente su obra más honda y arrebatadora. Porque, dejando a un lado esta consideración, el despliegue de folk y rock fue arrollador. 

Al más puro estilo de Muhammad Ali, Jurado encandiló como una mariposa y perforó como una avispa. Una tras otra, las canciones fueron desencadenándose como una bella y bucólica tormenta, siempre con esa melancolía agridulce que distingue a Jurado, siempre con esa espartana garra y esa insondable profundidad, casi siempre con canciones llenas de matices, sensibilidad e inspiración.

Con Go First, que sonó como el más exquisito de los truenos, y con Sheets y su embriagador crescendo como puntos álgidos de la actuación, Jurado se despidió y los allí congregados abandonaron la sala, satisfechos y empapados de emoción.

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