De Gari Patillas a Txeroki

  • Un concejal del PP narra los años en que fue su vecino.
  • Antes de ingresar en ETA, trabajó en un bar y estudió Educación Física.
  • Aprobó la Selectividad con un 6,3.
Mikel Garikoitz Aspiazu, más conocido como Txeroki.
Mikel Garikoitz Aspiazu, más conocido como Txeroki.
EFE
Mikel Garikoitz Aspiazu, más conocido como Txeroki.

Vidas paralelas y desgraciadamente, entrelazadas. Carlos David García fue vecino durante su infancia y adolescencia de Garikoitz Aspiazu Txeroki , el jefe de los comandos de ETA, detenido la semana pasada en Francia . Sólo una calle les separaba. Carlos vivía en el número 7 y Txeroki, en el número 6.

Ambos crecieron en el mismo barrio bilbaíno, Santutxu, un barrio obrero con una fuerte presencia de emigrantes venidos de otras comunidades en busca de un mejor porvenir en los años del auge industrial. Alto, de complexión atlética, pelo castaño y ojos marrones, Aspiazu vivió con sus padres y una hermana cerca de la parroquia de San Francisquito, donde de pequeño acudía a clases de catequesis, igual que Carlos David.

Txeroki se escolarizó en la ikastola Karmelo. Carlos, cuatro años más joven, estudió muy cerca, en el colegio Berriotxoa, sólo separada de la ikastola por la calle Menéndez Pelayo. Una calle de trágico recuerdo cuando en 1996 ETA colocó una bomba que acabó con la vida de un policía nacional, en una explosión que reventó los cristales de su escuela.

Caminos distintos en 1999

Aunque coincidieron muchas veces por las calles del barrio, nunca se dirigieron la palabra, “ni se metió nunca conmigo, aunque ya entonces sabíamos cómo pensaba cada uno”. Sus caminos se separaron en 1999. Txeroki entró a formar parte de ETA y Carlos David fue elegido concejal del PP en el Ayuntamiento de Bilbao , donde sigue, rodeado siempre de escoltas y hostigado por el entorno radical desde que resultó electo. Tres comandos etarras le han tenido en su lista de objetivos. ETA llegó incluso a disponer de una llave de su vivienda.

Así de macabro es el destino. “Él eligió ser un terrorista, un asesino, y yo ayudar a mis vecinos desde la alcaldía”, recuerda Carlos, que señala que por entonces Txeroki tenía el alias de Gari Patillas, “por las pedazo patillas que llevaba, vestido como los clásicos borrokas, como si fuera uniformado”.

Tras estudiar BUP y COU en el instituto Gabriel Aresti de Txurdinaga, Txeroki, mejor dicho Gari Patillas en aquellos años, trabajó de camarero en un bar de la plaza la Vieja de Bilbao. En 1991 hizo selectividad, en la que sacó un 6,3 y con toda la vida por delante optó por matricularse en el Instituto Vasco de Educación Física (IVEF) de Vitoria. Quería ser profesor de gimnasia.

No se metía con nadie y pasaba desapercibido, aunque ya entonces se le veía poniendo pancartas en favor de los presos de ETA junto a otros borrokas. En ese momento su historial está limpio y carece de antecedentes por violencia callejera. Según su ficha policial, Aspiazu había comenzó a colaborar con un talde (grupo) del comando Vizcaya en septiembre de 1998.

Entonces ya tiene las ideas claras y ha decidido que no quiere ser profesor de gimnasia. Su futuro está en ETA. Diez años después, su futuro sólo tiene un destino: primero una prisión francesa y luego otra española. Carlos David se ha alegrado muchísimo de su detención. “No lo reconocía en las fotos que ha facilitado la Policía francesa. Tras su arresto se ha llenado el barrio con pintadas pidiendo su liberación”. “Me han hecho la vida imposible, pero soy un afortunado porque lo puedo contar. Él va a estar en la cárcel hasta que tenga 75 años”, afirma.

  • 1999. Txeroki se une a ETA. Su primer alias es Arrano (águila en euskera). La hornada de terroristas que se incorpora en esos años comparte la filosofía de Javier García Gaztelu, Txapote, el jefe de la banda más sanguinario, asesino material de Miguel Ángel Blanco y Gregorio Ordóñez, entre otros.
  • Septiembre de 2001. Aspiazu se une como liberado (a suelo de ETA y fichado por la Policía) al comando K-Olaia, bautizado con el nombre de la etarra Olaia Kastrexana, fallecida el 24 de julio ese año al estallarle una bomba en un apartamento de Torrevieja (Alicante). Ha huido a Francia en agosto de 2000. El nuevo equipo y sus grupos satélites aparecen implicados en el asesinato a tiros del magistrado de la Audiencia de Vizcaya José María Lidón (Getxo, 7 de noviembre de 2001), la colocación de un coche bomba en el centro de Bilbao (12 de enero de 2002) así como los atentados con bomba contra el dirigente de las juventudes socialistas vascas, Eduardo Madina, quien perdió una pierna (19 de febrero de 2002, en Sestao); y la edil, también socialista, Esther Cabezudo, que sufrió heridas leves (28 de febrero de 2002, en Portugalete).

  • En abril de 2002 cruzó la frontera para adiestrar a activistas en el manejo de armas y explosivos. Fue el supuesto instructor de Asier Mardones y Josune Oña, detenidos en el monte Urkiola en julio de 2004 cuando trataban de reconstruir el 'comando Vizcaya'. También colaboraba con el entramado de captación como indican unos documentos con el epígrafe 'Propuestas Txeroki' intervenidos en el cuartel general en Tarbes de Ibon Fernández Iradi, 'Susper', número 1 de ETA.

  • Tras la detención de este dirigente y la caída de Gorka Palacios, a finales de 2003, se cree que asumió la jefatura de los comandos armados, puesto en el que ha permanecido cinco años. Es el mandato más largo desde la captura de Josetxo Arizkure, 'Kantauri', en 1999.

  • Desde el 2 de noviembre de 2004 permanece encarcelada en España su ex-compañera sentimental Amaia Urizar de Paz, condenada por la Audiencia Nacional por captar a reclutas en Vizcaya.

  • Desde el 16 de febrero de 2005 está imputado por Garzón de un delito contra la Corona, en su modalidad de proposición, por planear un atentado contra el Rey en Palma de Mallorca durante la Semana Santa de 2004. El auto del magistrado recogía dos cartas escritas por 'Txeroki' a Javier Pérez de Aldunate, 'Dantxari', y a Ieltxu López de Aberasturi, 'Txuria', cómplice en el 'comando Adour', en las que les instaba a asesinar a un «uniformado». «Tenemos que poner muertos sobre la mesa cuanto antes» y «caña al enemigo» eran otras frases en aquellos prolegómenos del proceso de paz con las que intentaba reforzar su autoridad, disipar rumores sobre treguas y acallar críticas.

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