Son los principales especialistas en el robo y el tráfico ilegal de vehículos de lujo, pero desde hace unos cinco años han ido ampliando el negocio poco a poco.

Las mafias búlgaras se han adueñado de la seguridad privada en las principales discotecas de la comunidad.

La muerte del joven de 18 años Álvaro Ussía a manos de tres porteros del Balcón de Rosales ha puesto de manifiesto que este sector no está controlado, "lo que ha propiciado que las mafias se hayan hecho poco a poco con la ‘seguridad de la noche' en los principales locales madrileños", han explicado a 20 minutos fuentes policiales.

Una de las mafias más peligrosas es la que lidera el delincuente búlgaro Rafi Venian, 35 años, alias Ivo.

Actualmente está en búsqueda y captura junto a sus dos lugartenientes (en las fotos). Ivo ha colocado a más de un centenar de sus hombres como porteros de discoteca. La mayoría son búlgaros, aunque también hay rumanos, ucranianos, polacos y algún que otro español.

Los hombres de Ivo son profesionales de la violencia, del puñetazo y de la patada. De hecho, se les conoce como Ivo y la banda de los rompecostillas. Tienen un lema: cada vez que pegan, han de romper una costilla.

Esta violencia gratuita está muy presente en el crimen del joven Álvaro. Aunque está descartado que sus agresores pertenezcan a un grupo organizado, la patada que le dio uno de ellos le rompió la caja torácica y le mató casi en el acto.

Ivo y sus matones de discoteca son amantes del gimnasio, de las artes marciales y de los anabolizantes. Muy profesionales,

No sólo trabajan en las discotecas, también aceptan otro tipo de ‘trabajos': extorsiones, cobro de deudas, palizas por encargo e incluso asesinatos.

Otro personaje de la noche madrileña, hasta que fue detenido, era Ginés Gimenéz, el ex jefe de la Policía Local de Coslada. Según las fuentes policiales consultadas, Ginés colaboraba estrechamente con las discotecas del este de la comunidad para abastecerlas de porteros, que provenían de estas mafias búlgaras.

Las mismas fuentes señalan que estos matones búlgaros no tienen inconveniente en adoptar la marca de Los Miami, una banda que trabajaba para los carteles colombianos de la droga y cuya mención "sigue provocando respeto en la noche madrileña". Aunque este grupo ya no existe, sólo queda el nombre.