Entender por qué Mayumana triunfa con su nuevo montaje, Momentum, es fácil. El espectáculo apela al sentimiento primitivo de los espectadores, a la percusión, al tam-tam ancestral y además, a una cuestión tan inherente al ser humano como la medición del tiempo y la necesidad y el deseo de controlarlo.
De hecho, los montajes de Mayumana demuestran hasta donde puede llegar el cuerpo humano y el maravilloso instrumento que supone para la creación de arte. Además, el espectáculo sigue esa maravillosa tendencia de los últimos tiempos de incluir al público en la representación, nutriéndose de su creatividad y haciéndole partícipe y co-protagonista.
Momentum demuestra que el ritmo es inerente a las personas, a la ciudad, en incluso, a la naturaleza. Pero Mayumana no se ciñe sólo al ritmo ni a la percusión: hay humor, música, luz, interpretación... Momentum no tiene descanso, por lo que la magia no se rompe... ni siquiera cuando acaba el espectáculo.
El espectáculo se plantea la posibilidad de controlar el tiempo. Si pudiera hacerlo, yo lo usaría para rebobinar y ver Momentum otra vez.
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