"Catástrofe humanitaria" en El Gallinero

Una enorme balsa de agua turbia y llena de basura da la bienvenida a El Gallinero, un poblado chabolista situado a un lado de la carretera de Valencia (A-3), entre el Ensanche de Vallecas y Rivas-Vaciamadrid, donde viven unos 200 gitanos rumanos, la mayoría niños.

La escena es dantesca, propia de un país subdesarrollado. En la entrada al poblado, una docena de menores -algunos desnudos, la mayoría descalzos-, corretean por el barro y juegan con el agua que los mayores achican de la balsa llena de porquería. A nadie parece importarle que cojan una infección o les muerda una rata. Son parte de los 145 niños sin escolarizar que hay en el Gallinero y para los que la Consejería de Educación quiere abrir un centro en el sur de la capital.

El pasado sábado, el poblado se inundó por segunda vez en menos de un mes. "Lo han vuelto a perder todo", asegura un portavoz de la Parroquia Santo Domingo de la Calzada.

Caltea Lucía, de 26 años, es una de las afectadas. "Llovía muy fuerte y, de repente, empezó a entrar mucha agua en casa. Alcanzó un metro de altura, así que cogí a mis tres hijos y salí corriendo", dice. Su chabola linda con la balsa de agua y tiene miedo de que, en cuanto llueva, se vuelva a inundar. La culpa de que el poblado se inunde, según la Parroquia, es de las obras de la carretera de Valencia. Las entradas al PAU de Vallecas y las conexiones con la M-45

"han cegado los colectores que deberían desalojar el agua que vierte la carretera cuando hay trombas como la del sábado".

El miedo ahora es que vuelvan a aparecer las ratas. "Todavía no las hemos visto, pero es probable que haya otra plaga", dice el portavoz de la parroquia. Pero Caltea Lucía, y su vecina Nicolai Bergini, no están tranquilas y por eso sellan su casa por las noches.
"Tenemos miedo de que entren y se coman a los niños", dicen.
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