Estos malos hábitos de alimentación pueden provocar que los escolares se nutran mal y a largo plazo pueden padecer sobrepeso, alteraciones en el crecimiento o déficit inmunológico, además de falta de concentración.

Son las conclusiones de un estudio que han realizado los pediatras Teresa Cenarro y Javier Membrado, de los centros de salud de Sagasta y de Alagón, respectivamente.

En la actualidad, los deseos de los niños a la hora de comer se imponen a las instrucciones que dan los padres por falta de tiempo, permisividad y porque se está perdiendo el hábito de comer en familia.

Así se va sustituyendo la dieta variada, incluido el pescado y la verdura, por derivados de la leche. "Los niños no aprenden a comer y ni siquiera son conscientes de que tiene hambre o, por el contrario, de si están saciados", asegura la pediatra Teresa Cenarro.

Incluso algunos menores prolongan la comida durante dos horas, cuando lo aconsejable es terminar en 40 minutos para no alterar la digestión.

"El secreto está en reeducar a los niños. Hay que marcar pautas y mantenerse firmes", asegura Cenarro. Los especialistas subrayan que no se debe utilizar la comida como un premio, un juego o un castigo para rebajar tensiones.

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