Asier Etxeandía: "En el teatro se me ponen los pezones como escarpias"

  • En Barroco da la réplica a Blanca Portillo como el vizconde de Valmont, siempre bajo la atenta mirada de Barroco (Chema León).
  • Durante la función canta en directo.
Asier Etxeandía durante la representación de Barroco.
Asier Etxeandía durante la representación de Barroco.
TEATRO FERNÁN GÓMEZ
Asier Etxeandía durante la representación de Barroco.

Se les conoce por su trabajo en cine y televisión, pero en el teatro Blanca Portillo y Asier Etxeandía sobresalen por su perfección y su fuerza interpretativa. La obra en que comparten protagonismo, Barroco, se despide este sábado del madrileño teatro Fernán Gómez. En octubre, la pieza de Tomaz Pandur sobre Las amistades peligrosas de C. de Laclos y El cuarteto de H. Müller se representará en Valencia y Valladolid. Preguntamos sobre el montaje a Asier Etxeandía.

¿Qué le llevó a aceptar su papel en Barroco?

Primero Tomaz. Era la segunda vez que trabajaba con él, le admiro muchísimo como director, amigo y para mí es un alquimista de mis emociones total, con quien encuentro mi mayor grado de expresión. Cuando me contó la historia y me enseñó su idea y lo que iba a hacer, ya me volví loco, vamos.

¿Qué le apasiona del vizconde de Valmont?

Todo lo que me da miedo del vizconde es lo que me apasiona, es el personaje más difícil y más bonito que he hecho, y me cago de miedo. Pero cuando algo te da mucho miedo es porque tienes qué aprender. Y a la hora de componer el personaje me ha permitido un margen poético también, y a mí eso me atrae mucho.

El Vizconde es el personaje más difícil y bonito que he hecho, y me cago de miedo"

¿Tiene algún pasaje o escena favoritos?

Cuando empezamos, quizá los momentos que más me gustaban eran los del principio, de la felicidad con Blanca y en algunos momentos las canciones; luego descubro que lo que más me gusta es cuando estamos Blanca y yo, que hay una mezcla que no se sabe muy bien quién somos; el momento final; el monólogo... Quizá un momento de tu vida te toca justo una escena, ¿no?

¿Recuerda alguna función tras la cual se bajase del escenario con un especialmente buen sabor de boca?

Yo casi todas. Es una catarsis impresionante lo que ocurre después, es muy fuerte, y tal y como lo ha concebido Tomaz, ese final, esa frase maravillosa de la obra que dice que vanidad y felicidad nunca fueron de la mano. Y ver cómo el público de alguna forma entiende eso y se lanza a querer compartir eso con nosotros... Es muy emocionante siempre, a mí me pone los pelos de gallina y sé que a Chema y a Blanca les pasa lo mismo.

¿Algo más le pone los pelos de gallina?

Chema León dice que tengo una capacidad de ponérseme los pelos de gallina todo el rato (risas). Continuamente, es verdad, por nada, por una canción, por una mirada, por un momento, por una situación, por alguien que me cuenta algo; en ese sentido, tengo los pelos de gallina, de pollo (risas), a flor de piel. Y en la función siempre, todos los días, se me ponen los pezones como escarpias en algún momento.

Si el trabajo es de ejecutar, me lleno de tristeza y no duro ni medio segundo"

¿Por qué es tan bueno el resultado final de Barroco?

Creemos en la obra no sabes hasta qué lugar; no os podéis hacer una idea del viaje que vivimos y cómo amamos la historia y el proceso, que es nuestro hijo. Esto no siempre ocurre, a veces el trabajo es más de ejecutar. Yo intento que no sea así porque me lleno de tristeza y no duro ni medio segundo en el curro. Mis complejos como actor no te los voy a contar (risas). Lo que pasa es que me lo creo mucho para salir ahí y defenderlo.

¿Qué le aporta Pandur como director?

Joder, todo, todo, es un artista. Se le va a recordar como alguien importante en el teatro. Todo aquel que cambia y va por delante, incluso aunque en su época es criticado, es un valor. Su teatro ha sido tan innovador y especial que la gente en algunos momentos se ha quedado completamente planchada, sin saber qué opinar. Pero ahora el público ha entendido algo que va mucho más allá, reacciona desde un lugar mucho más puro.

¿Piensa mucho en el público?

Intento no hacerlo. Como lo de las audiencias en la televisión, luego me entero siempre de rebote de qué audiencia ha hecho el capítulo no sé qué. Tendría que estar un poquito más al tanto (risas) porque de eso depende que la cadena mantenga la serie en la que yo trabajo, y lo mismo con el teatro. Siempre tengo la sensación, cuando salgo al escenario, de "tengo un secreto, y lo voy a mostrar; no te lo voy a contar, a ver si lo adivinas"; es un motor para salir sin pensar qué tipo de público será.

Blanca es 'la actriz' en este país y en el resto de Europa. Y porque no la conocen más"

¿Cómo es trabajar con Blanca Portillo?

Muy intenso (risas). Es una grandísima actriz, yo creo que la mejor de teatro. Ahora mismo es la actriz en este país y, si me apuras, en el resto de Europa. Y porque no la conocen más. A mí me parece un animal escénico y una barbaridad. Es apabullante.

¿Estamos suficientemente formados para apreciar el teatro?

Claro que no. Si tú estás abierto en canal desde el público, Barroco es casi un ritual, una celebración, es una misa casi satánica lo que está ocurriendo ahí (risas). Mucha gente va al teatro sin saber que en él todo sirve mientras te haga sentir. No te tengo que contar una historia, no lo tienes que entender, no tienes que utilizar la cabeza. Y si decides ir a revolverte, a apretarte los resortes, eso es lo que importa.

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