Ninguno de los diseñadores que ha paseado su colección por la Pasarela Cibeles estuvo tan bien arropado como David Delfín, que puede presumir de contar con la grada más glamourosa. Pedro Almodóvar, Alaska, Mario Vaquerizo, Paola Dominguín, Miguel Bosé, Rossy de Palma o Bibiana Anderson acapararon las butacas de honor. En el resto, numerosos curiosos y diseñadores jóvenes seguían expectantes los pasos de un modisto que se diría que se ha convertido en el creador fetiche de parte de la sociedad más cool española.

Fue un desfile distendido, donde abundaron los vítores y los aplausos y hasta un homenaje a Olvido Alaska -el show finalizó con el tema de Fangoria Eternamente inocente- a pesar de la estética oprimente con la que la música de David Uni:son envolvió el show.

Olvidado el polémico desfile de un primerizo Delfín que enrrolló a sus mujeres con sogas y capuchones de reo, la colección de este diseñador tiene como señas de identidad una elegante austeridad engañosa, ya que, de cerca, sus modelos están llenos de detalles: desde los broches con forma de cuchillo o las pequeñas calaveras que adornan sus bolsos o la solapa de sus camisas, a las disecciones en puños o cuellos.

El negro, el blanco y los colores rosados vistieron a una modelo más femenina que en sus anteriores desfiles, vestidas en ocasiones con corpiño y pantalones pitillo, o camisetas en color carne que se pegaban al cuerpo como una segunda piel.

Ellos, con trajes sastre negros, camisa blanca y maletín, parecían pulcros ejecutivos japoneses de diseño dirigiéndose rápidamente al metro.

Destacó, sobre todo, la americana body para ellos (una chaqueta que se prolongaba en bragueta) o los monos de una pieza, en sedas brillantes, para la colección femenina.