Penas de 16 a 28 años para los cabecillas de una red de pederastia en Francia

Los principales acusados en el mayor juicio de pederastia de Francia cumplirán penas de hasta 28 años de prisión por los delitos cometidos contra 45 niños de entre seis meses y 12 años.
M. Fouquet, el abogado de los demandantes en el juicio de pederastia
M. Fouquet, el abogado de los demandantes en el juicio de pederastia
M. Fouquet, el abogado de los demandantes en el juicio de pederastia

En total, 39 hombres y 26 mujeres, de edades comprendidas entre 23 a 73 años, han sido condenados por los crímenes de prostitución, violaciones y agresiones sexuales o de delitos conexos cometidos contra los niños entre enero de 1999 y febrero de 2002.

El jurado popular, compuesto por cinco hombres y cuatro mujeres, pronunció penas bastante acordes con lo solicitado por la Fiscalía al término de cuatro meses y medio de audiencias, y nueve días de deliberaciones aislado en un recinto militar.

Así, la pareja formada por Franck V. y su ex esposa Patricia M, fue condenada a 18 y 16 años de cárcel, respectivamente, por ser uno de los organizadores y la tesorera de la mayor red de proxenetismo infantil descubierta hasta la fecha en Francia. La Fiscalía había pedido contra el hombre 20 años (el máximo por los crímenes que le eran reprochados), entre ellos la violación y prostitución de sus tres hijos, y 18 años contra la mujer.

Franck V., que había reconocido haber violado a sus hijos, fue calificado por la acusación como "uno de esos hombres que deben ser apartados durante mucho tiempo de nuestra sociedad para que tomen conciencia de sus actos". Patricia M., de quien el fiscal había dicho que formaba parte de "esas madres incestuosas, proxenetas e indiferente a los gritos de sus hijos", había reconocido haber violado a una de sus hijas.

El padre de uno de los violadores había sido condenado anteriormente por la violación de su propio hijo

La mayor parte de los acusados eran objeto de un seguimiento de los servicios sociales y el juicio sacó a la luz el ambiente de miseria intelectual y sexual en el que se movían, con el trasfondo de incesto de generación en generación. De hecho, el padre de Franck V., Philippe V., ya condenado anteriormente por violación, entre otros de su propio hijo, fue penado con 28 años de prisión.

El tribunal dictó la misma pena, 28 años de cárcel, contra Eric J., considerado como uno de los principales organizadores de la red de pederastia, el cual protagonizó un altercado tras la lectura de su sentencia y fue expulsado de la sala. Contra su hermano, Jean-Marc J., también reincidente, el tribunal dictó 26 años de cárcel, mientras que Didier R. y Moise C. fueron castigados con 18 años de cárcel cada uno, al ser identificados respectivamente, como uno de los organizadores de la red y como el "violador encapuchado".

Para los otros 32 acusados por hechos criminales, las condenas van de los ocho a 17 años de cárcel y van acompañadas generalmente de la suspensión de los derechos cívicos. El tribunal se mostró un poco más clemente contra los acusados que comparecían por hechos delictivos, como corrupción de menores y no denunciar crímenes, y dictó penas que van de dos a tres años de prisión, exentas en su mayor parte de cumplimiento.

De los 65 acusados, sólo tres han sido absueltos y uno de ellos, que pasó ocho meses en prisión preventiva, podrá pedir una indemnización al Estado francés.

Tras la lectura del veredicto, que se prolongó durante dos horas, el presidente del tribunal explicó personalmente la sentencia a una decena de las víctimas que siguieron la audiencia desde otra sala.

Testimonios conmovedores

Los duros testimonios de los 19 niños y 26 niñas víctimas, que residen en hogares de acogida y muchos de ellos presentan graves secuelas psicológicas, fueron proyectados durante el juicio, cuyas audiencias se prolongaron durante cuatro meses y medio.

De enero de 1999 a febrero de 2002, sus padres de pocos recursos económicos "alquilaron" a sus hijos a cambio de dinero, alimentos e incluso paquetes de tabaco o sacos de patatas. Los hechos, calificados de "repugnantes" por la Fiscalía y que algunos inculpados confesaron, se desarrollaron, sobre todo, en un apartamento de un barrio periférico de Angers (oeste de Francia).

Los agresores eran vecinos y conocidos de los progenitores, pero también los mismos padres e incluso los propios abuelos de los niños, que crearon la mayor red de prostitución infantil desmantelada en Francia.

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