Reto superado: Pekín y Zaragoza, unidas en bicicleta por Diego Ballesteros

  • El aventurero Diego Ballesteros logró su objetivo el domingo.
  • Completó en cuatro meses un recorrido por 17 países hasta Pekín.
  • En 13.000 kilómetros sólo pinchó dos veces y sufrió hasta 50 grados.
Diego, en Venecia, poco después de iniciar el viaje.
Diego, en Venecia, poco después de iniciar el viaje.
Diego, en Venecia, poco después de iniciar el viaje.
Con un muñeco Fluvi (mascota de la Expo de Zaragoza) y una cinta bendecida de la Virgen del Pilar en la mochila,
el ciclista aragonés Diego Ballesteros ha completado una odisea de 12.822 kilómetros entre Zaragoza y Pekín, un viaje con el que el aventurero se propuso unir cultura y deporte.

Ballesteros, vecino de Barbastro (Huesca) y gran aficionado al deporte, completó en cuatro meses un recorrido con el que llevaba soñando tres años y que finalizó ayer, domingo, en las cercanías del Estadio Olímpico de Pekín (el espectacular "Nido de Pájaro"), precisamente en el día en el que la capital china clausuraba sus Juegos.

El ciclista altoaragonés, que hoy fue recibido por el embajador de España en China, Carlos Blasco, llegó a Pekín con siete kilos menos, muchas historias que contar, y como "premio" pudo asistir, en el día de su llegada, a la memorable final de baloncesto que España y Estados Unidos disputaron en el último día de competición.

Un paréntesis aéreo

Con su bicicleta todavía a cuestas, Ballesteros explica el origen de la idea, que nació también en Asia, en 2005, cuando el barbastrense se encontraba en el Himalaya. "Un amigo me comentó que había ido de Madrid a Katmandú en bicicleta. (...) Allí mismo se me ocurrió que unir en el año 2008 la Expo con los Juegos de Pekín podría ser un viaje magnífico que uniera cultura y deporte, las bases que defienden esas dos entidades", relató.

Así empezó la aventura del ciclista, que recorrió 17 países y recreó en sus etapas asiáticas la antigua Ruta de la Seda por Irán, Uzbekistán, Kirguizistán y China. Un viaje que no ha sido fácil, en el que hubo momentos en el que la moral decayó, como cuando Ballesteros intentó sin éxito obtener un visado para Turkmenistán, uno de los países más aislados del mundo.

"Estuve once días esperando un visado que nunca llegó, y eso me generó una gran desilusión. Mi sueño era hacer todo este viaje en bicicleta y valoré muchísimas opciones", explicó Ballesteros, que finalmente tuvo que sobrevolar Turkmenistán por avión, desde Teherán, la capital iraní, hasta Taskent (la de Uzbekistán).

Dos pinchazos en su viaje

Otro momento complicado, ya casi al final del viaje, ocurrió en la región china de Mongolia Interior, cuando se le rompió el eje trasero de la bicicleta, la peor avería de un periplo en el que, milagrosamente, sólo ha pinchado dos veces. "Pensé que tendría que cargarme la mochila en la espalda y llegar a Pekín como pudiera, pero la gente china es muy apañada y en menos de tres horas me lo arreglaron", explica.

Ballesteros se queda de su viaje con los paisajes de la costa italiana y las montañas del Pamir, en Kirguizistán, y en cuanto a los momentos para olvidar, quizá el paso por los desiertos del oeste de China, con 50 grados de temperatura y fuertes vientos, ha sido de lo más duro.

El aragonés, que pasará unos días descansando en Pekín con su novia y el padre de ésta, regresará el 31 de agosto a España y piensa ahora en disfrutar de las fiestas de Barbastro, que empezarán el 4 de septiembre.

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