Barak indicó que la renuncia de Olmert no tiene por qué afectar a las negociaciones directas iniciadas el año pasado con los palestinos para lograr un acuerdo de paz, así como la política israelí hacia Siria y el Líbano. "Creo que Israel seguirá con su estrategia básica, que es tratar de lograr avances en el proceso de paz con los palestinos y conseguir estabilizar otras situaciones a nuestro alrededor", aseguró.

El ministro de Defensa declinó ampliar sus declaraciones sobre el anuncio del primer ministro israelí, con el que gobierna en coalición, argumentando que el suelo extranjero "no es un lugar para discutir de política israelí". "Cuando estamos en el extranjero, no hay israelíes de derechas o de izquierdas, todos apoyamos a nuestro Estado para protegerlo de quienes lo amenazan", apuntó el político laborista.

Más sanciones contra Irán

En cuanto a su reunión con el secretario general, Barak señaló que le reiteró el punto de vista israelí de que se deben adoptar más sanciones contra Irán para detener "la carrera del régimen de los ayatolás hacia un arma nuclear". Barak le agradeció la mediación de la ONU en el reciente canje con la milicia chií Hizbulá, que permitió la repatriación de los cadáveres de dos solados israelíes que estaban en manos del grupo libanés.

Al mismo tiempo, dijo que le reiteró al secretario general la opinión israelí de que se está incumpliendo la resolución 1.701, que en agosto de 2006 puso fin a la guerra entre Israel y Hizbulá. Barak insistió en que Siria e Irán ayudan a rearmar a la milicia chií mediante el contrabando de armas, incluidos cohetes y material militar sofisticado, a través de la frontera sirio libanesa.

El anuncio de Olmert de que no participará en las primarias de su partido en septiembre, el centrista Kadima, ha puesto fin a meses de especulaciones sobre el futuro del jefe de Gobierno israelí, que está presionado por un escándalo de corrupción. Tanto miembros de su partido -como la titular de Exteriores, Tzipi Livni, que se perfila favorita en las primarias- y sus socios gubernamentales, principalmente el laborista, le forzaron a elegir entre elecciones anticipadas o primarias.