La cresta coronal: a flor de piel

  • Pilar Cristóbal lo explica todo sobre la parte final del glande.
  • La cresta fabrica un líquido grasiento que lubrica esta parte.
  • La sexóloga indica que hay que extremar el ciudado con él.
Imagen de un hombre semidesnudo.
Imagen de un hombre semidesnudo.
SXC.HU/ATROSZKO
Imagen de un hombre semidesnudo.
La cresta coronal es la parte final del glande. Forma como un reborde que, a veces y si el portador del pene no es cuidadoso con su higiene, huele muy mal. Esto se debe a que en esta zona se fabrica un líquido grasiento que lubrica el glande y que forma como unas bolitas blancas de grasilla en las que viven contentas y felices todas las bacterias del mal olor.

Si cuando aproximas tu boca al pene el olor te echa para atrás, no te comportes
de esa forma tan caritativa que se nos da tan bien a las mujeres, que te hace callarte y aguantarte las arcadas; ni tampoco seas tan brusca como para mandarlo a la ducha con los mismos gestos de una madre
mandonaza.

Hay una actitud intermedia. Deja lo que estés haciendo, sugiere que hace mucho calor -aunque no lo haga- e invítale a ducharse contigo. Una vez bajo el agua, jugando, lávale bien lo que luego vas a tener en tu boca. Ya limpita volvemos a esa zona que se llama cresta coronal y que es donde se une el glande a su tallo.

Extremadamente sensible

Es extremadamente sensible. Lámelo poquito a poco con suavidad. ¡Pero ni se te ocurra sacar los dientes! Es lo que más teme el pene, que desde el principio de los tiempos ha aprendido lo que pueden hacer unos dientes y su vista le desanima y le hace meterse en su concha como un caracol.

También puedes tomar la cresta poniendo el dedo índice y el corazón en el frenillo y el pulgar en la zona superior, si haces presión podrás hacer penetración aunque la erección sea completa.

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