No todos los famosos que han amasado grandes fortunas a lo largo de sus vidas les ha acompañado también la suerte. La mala gestión económica y los despilfarros sin control les ha llevado, a muchos, a declararse en bancarrota. Otros, por el contrario, se pudieron recuperar y pudieron sanear sus cuentas bancarias.

Un blog ha recopilado en una lista 65 personalidades que pasaron de tenerlo todo a vivir prácticamente como indigentes. Entre los nombres que destaca se encuentran actores como Gary Coleman, Don Jonhson, Kim Basinger o Tia Carrere; músicos como Toni Braxton, David Crosby, Mick Fleetwood o Marvin Gaye; deportistas como Dorothy Hamill o el boxeador Mike Tyson; periodistas como Larry King o personajes históricos como el que fuera presidente del Gobierno estadounidense Abraham Lincoln, el escritor Oscar Wilde o el pintor Rembrandt.

Vida de película

Kim Basinger, por ejemplo, se declaró en 1993 en quiebra cuando un juez ordenó a la actriz a pagar a una productora cinematográfica más de 8 millones de dólares porque se echó atrás después de comprometerse verbalmente a rodar una película. Para hacer frente a la deuda, tuvo que vender un pueblo de Georgia que adquirió en 1989 junto con su marido Alec Baldwin.

Otro caso es el de Toni Braxton y su discográfica, con quien tuvo un conflicto de intereses que derivó en una deuda de 4 millones de dólares. La actriz Tia Carrere, conocida por su papel en El Mundo de Wayne, presentó una declaración de quiebra en 1986 como forma de rescindir su contrato la serie de televisión Hospital General para participar en una película.

Los excesos

A quien los excesos les jugó una mala pasada fue a Mick Fleetwood, miembro del grupo Fleetwood Mac, quien se arruinó en el año 1984 a consecuencia de su afición a la cocaína. Sin embargo, el músico dijo que la verdadera razón fue porque había adquirido demasiados bienes inmuebles.

Entre los casos curiosos aparece el que fuera Presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, declarado en bancarrota en 1833 por salir mal el sueño de montar su propio negocio. Pese a todo, Lincoln no tiró la toalla y alcanzó, 30 años después, la presidencia del Gobierno.