Somos 854 millones de hambrientos, 1.600 millones de gordos y 400 millones de obesos

  • La crisis alimenticia ha disparado la hambruna en el mundo.
  • Al mismo tiempo, el sobrepeso y la obesidad crecen en las ciudades.
  • La anorexia y la bulimia, otros trastornos del mundo desarrollado.
  • CLAVES: Crisis alimentaria | VOTA: ¿Tiene solución?
El mapa del hambre en el mundo: índice de niños desnutridos (FUENTE: OMS).
El mapa del hambre en el mundo: índice de niños desnutridos (FUENTE: OMS).
AGENCIAS
El mapa del hambre en el mundo: índice de niños desnutridos (FUENTE: OMS).
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), reunida desde este martes en Roma para analizar la situación, ha reconocido que los objetivos marcados en 1996 de reducir el hambre en el mundo a la mitad no han tenido ningún éxito: hasta hace poco se habían conseguido ligeros recortes en la cifra de desnutridos (unos
3 millones sobre la cifra total de 854), que la crisis alimenticia se han encargado de echar por tierra.

En el lado contrario, la Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en 1.600 millones el número de adultos con sobrepeso en todo el mundo más 400 millones de obesos, en los datos de 2005; se estima que en diez años la cifra aumente en un 33%. Por decirlo de otra forma, hay el doble de personas con sobrepeso que con hambre. Aunque en el caso de la hambruna sí está muy localizada en los países con ingresos bajos, el sobrepeso empieza a ser una plaga propia de las zonas urbanas, independientemente de que estén en un país rico o pobre, asegura la OMS.

Con los datos en la mano, de los 6.700 millones de personas que se estima que viven en el mundo, casi 3.000 (más de un 44%) tienen problemas alimenticios, ya sea por exceso o por defecto. ¿Qué perspectivas de cambio hay en cada una de las partes?

EL AZOTE DEL HAMBRE, LA CRISIS ALIMENTARIA

"La consecuencia podría verse pronto: un repunte del hambre en el mundo y, como consecuencia, una reducción del bienestar social". Cuando la revista Time publicó este artículo, la crisis alimenticia era una amenaza, cercana, pero que todavía no era real. Ahora que existe esa crisis, la escalofriante cifra de 854 millones de personas desnutridas en el mundo en 2003 puede haber dado un salto de gigante.

Aunque el drama es planetario no afecta a todos por igual: de esos

854 millones que estimaba la FAO, 820 (el 96%) pertenecen a países subdesarrollados, 25 (el 2,9%) a países en vías de desarrollo y 9 (el 1%) a los países industrializados. A pesar de que el hambre no es un problema nuevo, con los factores que señala la FAO en la mano, se observa que gran parte de la situación actual la generan esos países desarrollados donde la desnutrición prácticamente no existe.

Las claves:

  • Aumento del precio del petróleo. El barril de Brent ha pasado de valer 38,24 dólares en 2004 a los 99,35 con los que empezó 2008. La subida de los combustibles influye directamente en todos los sectores: recoger, distribuir, almacenar y vender alimentos resulta más caro.
  • Consecuencia: búsqueda de energía alternativa. Buscar energías alternativas no es sólo sinónimo de respetar el medio ambiente: el uso de materias primas como los cereales o el azúcar de cara a producir biocombustibles hace que el mercado alimenticio suba sus precios, en parte por su revalorización, en parte por la especulación. Según la FAO, de los 152 dólares que costaba una tonelada de cebada de media hace siete años, ha pasado a los 204 de media este año. Y la tendencia marca que los precios seguirán subiendo.
  • Políticas agrarias y comerciales restrictivas. Los aranceles comerciales o las tasas impuestas a la importaciones y exportaciones contribuyen también a encarecer todo el ciclo, desde la producción hasta su posterior venta.
  • Cambio climático. Aunque las investigaciones científicas apuntan a que gran parte de la culpa del cambio climático la tiene la contaminación que producen los países desarrollados, las zonas del planeta donde más se dejan sentir los efectos son, precisamente, en las más desfavorecidas. Las sequías, los ciclones y otras catástrofes naturales arrasan cosechas enteras, lo que encarece aún más los recursos que se salvan.
  • Consecuencia: escasez de cereal. Una consecuencia directa del factor anterior es la cada vez mayor escasez de alimentos, especialmente de los cereales. Además de sus consecuencias secundarias, las económicas, existe un problema inmediato: que muchos países no tienen qué comer.

La solución: Según la FAO, con 30.000 millones de dólares anuales se podría erradicar el hambre. El presidente Zapatero prometió este lunes que España pondrá 500 millones de euros, aproximadamente 770 millones de dólares.

COMER EN EL PRIMER MUNDO: LA PLAGA DE LA OBESIDAD

El problema de la crisis alimenticia tiene un matiz común con el de la obesidad: la mercantilización de los alimentos. Mientras las variaciones al alza del mercado alimentario es el problema para las zonas subdesarrolladas, el hecho de que los alimentos se hayan convertido en un producto de consumo masivo en el mundo urbano supone la otra cara de la moneda: sólo así se entiende el auge de la comida rápida, el consumo desenfrenado de productos industriales y los frecuentes desórdenes alimenticios.

En algunos casos, la comida ha dejado de ser una necesidad primaria para convertirse en un bien de consumo. La "acumulación anormal o excesiva de grasa hasta límites perjudiciales para la salud", que es

como define la OMS a obesidad y al sobrepeso, se ha visto fomentada, además, por factores propios de la vida puramente urbana.

Las claves:

  • Estrés y consumo de comida rápida. En las ciudades se vive contrarreloj, bajo la vigilancia constante del tiempo. Cocinar de forma equilibrada es cosa de la historia: preparar comidas rápidas, precocinadas o, directamente, comprar los alimentos ya preparados es cada vez más frecuente, y menos saludable.
  • Modificación de la dieta. El aumento de la alimentación hipercalórica, rica en grasas y azúcares, es un problema que afecta especialmente a la población infantil, entre la que el consumo de dulces industriales y bollería ha conseguido que la cifra de menores de 5 años con problemas de sobrepeso llegara a los 20 millones en 2005, según la OMS.
  • Vida sedentaria. Las personas que viven en grandes ciudades están rodeadas de todo lo que necesitan: el uso constante del coche o el transporte público y la dictadura de los horarios marcan que cada vez más personas caminen siquiera.
  • Consecuencias: Estos factores, añadidos al consumo de alcohol y tabaco, están detrás de la pujanza de las enfermedades cardiovasculares, responsables de 17 millones de muertes al año, lo que las ha convertido en la primera causa de mortalidad del mundo, según la OMS. Otras enfermedades vinculadas a este tipo de conductas son la diabetes, que se estima que crecerá en un 50% en los próximos 10 años, enfermedades locomotrices y algunos tipos de cáncer.
  • La obsesión por el cuerpo: la anorexia. Más que un trastorno alimenticio, la OMS ha clasificado la anorexia y la bulimia como trastornos de tipo mental. La primera consiste en negarse a mantener un peso igual o superior al correspondiente al mínimo que le correspondería por edad y altura; la segunda se basa en fases de sobrealimentación compulsiva seguido de episodios de pérdida de control y expulsión forzosa de todo lo ingerido. Ambos trastornos son propios de los países desarrollados, donde la influencia de la imagen corporal como valor social ejerce un gran peso en determinados colectivos, mayoritariamente entre mujeres jóvenes.

La solución: Pasa por dos dimensiones, una personal (control del peso, una dieta equilibrada y aumentar la actividad física) y otra concerniente a los poderes públicos (políticas de concienciación y controles de calidad a las empresas del sector). En algunos países se han tomado medidas tan llamativas como instalar básculas en plena calle, como sucedió recientemente en Israel.

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