Jordi González: "Me dijeron que con mis cicatrices nunca trabajaría en tele"

  • El presentador lleva desde agosto de 2007 al frente de ‘La Noria', que cada sábado emite Telecinco.
  • Jordi González recuerda que la primera vez que se puso delante de la cámara pensó que "no quería defraudar a sus padres".
  • Su etapa en TVE la recuerda como la "más absurda", porque una televisión deficitaria "le pagaba una barbaridad por quedarse en casa".
El presentador ha desarrollado buena parte de su carrera televisiva en Telecinco.
El presentador ha desarrollado buena parte de su carrera televisiva en Telecinco.
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El presentador ha desarrollado buena parte de su carrera televisiva en Telecinco.

Aunque su verdadera vocación era ser profesor, Jordi González comenzó a hacer programas improvisados de radio con un magnetófono que le regalaron para superar su terrible tartamudez. Desde entonces, lleva veinticinco años dedicado al mundo de la comunicación y, a pesar de su popularidad, sigue teniendo los pies en el suelo. Cada sábado, este periodista catalán nos invita subirnos a La Noria de Telecinco, un programa que compagina con el late show La Vía Láctea en 8TV.

Tengo entendido que sus inicios en televisión no fueron un camino de rosas.

Hace 25 años un jefe de programas de TVE, que escuchaba siempre el espacio de radio donde yo trabajaba, me llamó para ofrecerme un proyecto. Cuando me vio en persona se sintió muy incómodo y una reunión, que tenía que durar una hora se redujo a menos de un cuarto de hora, porque cuando vio las cicatrices de mi cara me dijo que yo nunca podría dedicarme a la televisión. Conté esta anécdota una vez, porque me hace gracia la clarividencia de este directivo, que llevaba tantos años en el medio, y que aseveró con tanta rotundidad "nunca trabajarás en la tele".

Si no hubiera sido periodista, ¿a qué se hubiera dedicado?

Mi verdadera vocación era la docencia y quería ser maestro de escuela. Desde pequeño siempre me pareció admirable que hubiera gente con la capacidad, la paciencia y la entrega necesarias para educar a niños pequeños. Mucho más que ser piloto, cirujano o cualquier otra cosa.

El espectador siempre tiene la razón"

¿Cómo supera Jordi González su tartamudez y luego termina trabajando en radio o televisión?

Es irónico, pero de pequeño era un niño tartamudo que estaba muy acomplejado, porque la gente se reía de mí. Cuando era adolescente, mi madre tuvo la fabulosa idea de regalarme por Reyes Magos un magnetófono. Al principio, me preció un regalo cruel, pero a medida que iba leyendo en alto iba ganando seguridad y fluidez. Un buen día comencé hasta a improvisar e incluso a hacer programas de radio. Ni logopedas, ni psiquiatras, ni nada. A mí lo que me curó fueron los Reyes Magos.

¿Cuál es la entrevista de la que se siente más satisfecho?

Hay muchísimas, pero quizás por la enorme confianza que me dio en mi mismo podría decir que una con Severo Ochoa. Me ayudó mucho que un premio Nobel, que ya no salía de casa, me diera una entrevista a mí, que tenía 20 años y hacía un programa muy humilde.

Un personaje al que le gustaría entrevistar.

A Joseph Ratzinger, porque tengo muchas cosas que preguntarle.

Alguna anécdota graciosa durante su trayectoria profesional.

Llegó a venir gente a un programa mío creyendo que yo era Javier Sardá y que aquello era Crónicas Marcianas. Pero a Sardá le ha pasado tres cuartos de lo mismo. Se ha metido en un coche y le han dicho "aunque lleve barba le conozco, eh Jordi".

Nunca haré un programa deportivo porque no entiendo la diferencia entre fútbol y baloncesto"

Usted se caracteriza por ser una persona muy directa, que no tiene pelos en la lengua. ¿Esto es una desventaja para trabajar en televisión?

Me resulta mucho más fácil que andarme con rodeos, pero fue una desventaja para trabajar en la época nefasta de Javier González Ferrari como director general de RTVE durante la que yo estuve contratado allí. Para empezar, a Ferrari le molestaba que yo fuera catalán y así me lo dijo una vez, pero también le disgustaba que yo intentara hablar delante de la cámara como hablo en la calle. Fue la etapa más absurda y surrealista de mi vida. Una televisión deficitaria me pagaba un pastón inmoral por quedarme en casa ya que Ferrari no me quería allí y yo tenía un contrato blindado de dos años.

¿Qué recuerda de la primera vez que se puso delante de una cámara?

Fue el 3 de octubre del año 86 y lo primero que pensé fue que no quería defraudar a mis padres.

Realities, concursos... ¿En qué programa no veremos nunca a Jordi González?

En uno programa deportivo, porque no entiendo la diferencia entre fútbol y baloncesto. También hay programas que por mi edad, aunque me los ofrecieran, tampoco aceptaría presentar porque uso menos la Playsation que el termómetro. Soy de la generación que lee la prensa en papel.

Después de tantos años, ¿qué cree que le atrae a la audiencia de usted?

Que me creo lo que hago y no me propongo engañar a nadie haciendo pasar temas por serios cuando no lo son y viceversa. Pero como la mayoría de mis compañeros que se toman en serio su trabajo.

Como espectador, ¿qué tipo de programas suele ver en televisión?

La Mirada Crítica y luego compro packs de series de televisión extranjeras. Creo que el mayor talento creativo está en las series mucho más que en el cine. Si tú le pides a la gente que te diga tres buenas películas de los últimos años, tendrá muchas dificultades.

¿Dónde se ve con 50 ó 60 años?

En Sydney porque me encanta Australia. Es una sociedad divertida, genuina, muy inocente y hay muchísima fuerza creativa. Estuve siete meses de mi vida y prometí que algún día me instalaría allí durante un tiempo largo.

¿Lleva bien el peso de la fama?

Yo no tengo fama sino la popularidad que da salir en la televisión desde hace veinticinco años. Tengo la suerte de que la mayor parte de la gente que me conoce y me dice algo es amable y eso no tiene precio. Se puede decir que de cada cien sólo hay una persona que se dirige a mí para decirme que hago telebasura, que soy muy rojo o que debería castellanizar mi nombre. Yo siempre les digo que sí porque el espectador siempre tiene la razón.

BIO: El presentador nació en Barcelona en1963. Simultaneó sus estudios de Ciencias de la Información con los de Filosofía. En televisión comenzó a los veintiséis años, con el programa La Palmera en el Circuito Catalán de TVE. Comenzó en Telecinco en 1997 con el programa Moros y Cristianos donde sustituyó a Javier Sardá.

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