Los alemanes deciden sobre
la nostalgia de Tempelhof

  • Reconstruido por los nazis, fue durante décadas uno de los más vanguardistas e innovadores del mundo.
  • Desde hace años, agoniza por el escaso número de vuelos y su inapropiado emplazamiento en uno de los distritos más céntricos.
El aeropuerto berlinés de Tempelhof, cuyo futuro depende en parte del resultado del referéndum que este domingo se celebra en la ciudad
El aeropuerto berlinés de Tempelhof, cuyo futuro depende en parte del resultado del referéndum que este domingo se celebra en la ciudad
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El aeropuerto berlinés de Tempelhof, cuyo futuro depende en parte del resultado del referéndum que este domingo se celebra en la ciudad

Si Julio Camba, que con tanta gracia caricaturizó Alemania y a los alemanes, hubiera conocido el aeropuerto berlinés de Tempelhof, no hubiera estado lejos de exclamar: ¡Tempelhof es un aeropuerto pangermanista! Y habría acertado: Es colosal, frío e incómodamente bello; pero, y en eso están ahora los berlineses, quizá también innecesario y obsoleto.

El formol arquitectónico de Tempelhof lo resiste todo salvo los números: 350.000 pasajeros en 2007, 250.000 previstos en 2008 y sólo tres compañías aéreas, SN Brussels, Intersky y Cirrus, operando regularmente en su única pista. Además, está ubicado casi en pleno centro de la ciudad, por lo que tampoco puede crecer en infraestructuras ni capacidad.

Así, uno de los primeros aeropuertos modernos, construido en 1923, ampliado en la década de 1930 por los nazis (como parte del megalómano proyecto Germania de Hitler y Speer) y que facilitó el puente aéreo que abasteció la zona occidental de la ciudad durante el bloqueo soviético de comienzos de la guerra fría, es actualmente un reliquia que se disputan partidos políticos, asociaciones y ciudadanos anónimos. Y este domingo serán éstos, los berlineses, quienes decidan en referéndum -el primero de su historia- cuál de sus futuros probables será el definitivo.

Merkel contra el alcade Wowereit

En el horizonte, una fecha para su clausura, octubre de 2008, y un buen puñado de opiniones encontradas. Por un lado, los conservadores y liberales (la Unión Cristianodemócrata y el Partido Liberal) apoyados por la canciller Angela Merkel, que quieren que permanezca como está a pesar de ínfimo tráfico aéreo y las pérdidas económicas.

Por otro, los partidos de izquierdas, con los socialdemócratas (SPD) y Los Verdes a la cabeza (apoyados en este caso por el alcalde Klaus Wowereit, quien ya ha avisado que esta consulta pública no tendrá carácter vinculante), que hacen campaña para que Tempelhof deje de ser operativo y se transforme en algo más acorde -algo que, por ejemplo, no dañe al medio ambiente, piden los verdes- con los nuevos tiempos.

Consulta por internet

Lo que ninguno de los grupos de presión pone en duda es que el diseño puro y vanguardista de Tempelhof deba sufrir modificaciones. Una consulta pública por internet abrió la veda de las propuestas, muchas de ellas inviables o lujosamente absurdas. Paralelamente, varios empresarios -entre ellos algún norteamericano- se han interesado por el recinto para convertirlo en un gran espacio de ocio, con hoteles y centros comerciales.

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