Más de 3.000 nombres por delante y una espera que roza los dos años. Ése es el panorama que espera a un anciano gallego que se decida a solicitar una plaza para un geriátrico público gallego.

Así lo afirmaron ayer expertos que participarán en el XX Congreso de la Sociedad Gallega de Geriatría y Gerontología (que se celebra hoy y mañana) en el Colegio de Médicos de A Coruña. «El problema no es de plazas, es de si tenemos recursos o no», aseguró Miguel Ángel Vilas, empresario del sector.

Un recorrido por las camas disponibles para la Tercera Edad en Galicia demuestra que «algo falla», según los especialistas. Entre centros de día, residencias y módulos dedicados a atender a ancianos (el 20% de la población gallega es mayor de 65 años), la comunidad suma 12.000 plazas, repartidas entre unos 300 centros.

Casi 3.000 euros al mes

La mayoría de las residencias (en torno al 80%) dependen de manos privadas, y su precio oscila entre los 1.500 euros y los 3.000 al mes. En los geriátricos públicos, sin embargo, en muchos casos por 600 euros al mes (el 80% de la pensión media de un anciano) se encuentra cama. Con los números en la mano, no hay problema de oferta.

Con la cartera, es otra historia. «El empresario no se hace de oro en este negocio», sentencia Vilas, quien entiende que las residencias públicas tienen un problema añadido a las esperas: las listas, además, no se ajustan a la realidad.

«Entre esas 3.000 personas puede haber cerca de 800 que ya han fallecido mientras esperaban y otros tantos que se negarán a entrar en la residencia que les asignen», afirma. Así, es difícil calcular cuál es el tiempo medio que pasa antes de conseguir plaza, cuenta.

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