Las fotos de Patti Smith, expuestas en la Fundación Cartier

Una foto obra de Patti Smith y la cantante Foto: Foundation Cartier y Korpa
Una foto obra de Patti Smith y la cantante Foto: Foundation Cartier y Korpa
FOUNDATION CARTIER/KORPA
Una foto obra de Patti Smith y la cantante Foto: Foundation Cartier y Korpa

¿Quién le iba a decir a Patricia Lee Smith, Patti Smith, para sus seguidores y amigos, que algún día iba a vincular su nombre al de Cartier, la histórica firma de joyería para millonarios? Patti, pionera del movimiento punk, nacida en Chicago hace 62 años presenta en la Fundación Cartier de París, Land 250, una colección personal de la artista, cantante y poetisa norteamericana. La muestra incluye fotografías, dibujos y películas realizados por Patti entre 1967 y 2007.

A través de ellas se puede acceder al universo onírico, sentimental y artístico de esta singular mujer, una de las personalides más influyentes en el ámbito de la música. El nombre de la muestra es un homenaje a la cámara con con la cual Smith ha obtenido las más de doscientas fotografías que expone en París: land 250 de Polaroid.

Se trata de una cámara simple, sin grandes recursos, que despierta la nostalgia entre los amantes de la fotografía analógica. Sirve para obtener de forma inmediata retratos sencillos, inmortalizar situaciones, captar aquello que se considera verdaderamente importante. Los cartuchos eran caros. Y las fotos con Polaroid eran siempre, y más en el caso de Patti Smith, muy especiales.

La cantante con su vieja Polaroid ha captado desde la imagen de un caballo que la cautivo hasta las zapatillas de Robert Mapplethorpe , compañero sentimental suyo y uno de los mejores fotógrafos que han existido. De él es la legendaria fotografía de la cubierta de Horses, el álbum que grabó Patti en 1975. Aquella fotografía aún forma parte de la imaginería de la historia del rock and roll.

Patti, cuyo arte ha estado siempre muy vinculado a la cultura francesa, apenas ha cambiado. Su rostro se ha cubierto de arrugas, pero se mantiene fiel a su imagen de siempre y también a sus mitos: Rimbaud, Victor Hugo y Virginia Woolf, de cuya cama hizo una foto que se exhibe en la exposición, así como de una piedra que encontró en el río donde la escritora se suicidó.

Una muestra tortuosa, como la vida la fotógrafa-cantante, fascinada por la muerte, las emociones fuertes y el desconsuelo.

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