En Filipinas o India, y hasta en la alejada isla de Fiyi, pocas cosas son más importantes que el arroz, alimento básico de la dieta de millones de asiáticos que se quejan de que cada día les cuesta más dinero alimentarse.
Los cerca de 90 millones de habitantes de Filipinas consumen a diario 33.000 toneladas de arroz, por lo que para responder a esa demanda el Gobierno de Manila, que echa mano a las arcas del Estado para subsidiar su venta al público, se verá obligado este año a importar al menos 1,8 millones de toneladas.
A principios del pasado enero, el precio del arroz tailandés, que es el de referencia mundial, era de unos 400 dólares la tonelada, un mes después aumentó cien dólares, y en la actualidad rebasa los 700 dólares por tonelada.
La subida de los precios del arroz es mayor que la que registran el trigo, la soja y otros productos básicos desde hace tres años, a causa de la creciente demanda, el alza del precio de los combustibles, los efectos del cambio climático y la gradual desaparición de los arrozales.
Tailandia y Vietnam, que en conjunto producen cerca del 50% del arroz que se comercializa en el mercado en todo el mundo, exportaron el año pasado, respectivamente, 9,5 millones de toneladas y 4,5 millones de toneladas del total de 28 millones de toneladas destinadas al mercados internacional.
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