Los disturbios siguen azotando el Tíbet. Durante la pasada noche, 105 personas vinculadas a los disturbios y manifestaciones de los últimos días han sido capturadas por China. Esa es, al menos, la versión que defienden los activistas pro tibetanos, que sostienen que las fuerzas chinas siguen registrando la ciudad palmo a palmo para terminar con la revuelta.

No obstante, la agencia Xinhua, la oficial del régimen comunista chino, asegura que las entregas se han realizado a causa de la promesa china de mostrar "clemencia" con los que se entregaran tras participar "en las revueltas de Lhasa".

Estas supuestas detenciones se llevan a cabo de forma indiscriminada, según los activistas, visitando barrio por barrio con fotografías tomadas en las manifestaciones.

Clima de tensión

La situación no tiene visos de arreglarse: por lo pronto, el gobierno chino ha asegurado que está embarcado en una "batalla a vida o muerte" en el Tíbet, horas después de que terminase el ultimátum dado a los manifestantes tibetanos para que se entregasen a las autoridades.

"Estamos actualmente en el medio de una fiera lucha con sangre y fuego, una lucha a vida o muerte con el enemigo", afirmó el secretario del Partido Comunista en el Tíbet, Zhang Qingli, en un artículo de opinión que el diario oficial Tibet Daily ha publicado, según una información recogida por el diario de Hong Kong South China Morning Post.

El máximo dirigente tibetano añadió que mientras permanezcan "con un solo corazón, convirtamos a las masas en una ciudad amurallada y trabajemos juntos para atacar al enemigo, podremos salvaguardar la estabilidad social y conseguir una victoria total en esta batalla contra el separatismo".