Ferrari fue la gran derrotada en el Gran Premio de Australia: los bólidos rojos tuvieron un sinfín de problemas y sus dos pilotos, Felipe Massa y Kimi Raikkonen, no terminaron la carrera, aunque el finlandés sí puntuó. Al jefe de pista de la escudería italiana, Luca Baldisseri, aún le duraba el enfado un día después de la carrera: "Esto va a ser difícil de olvidar, porque ha sido un desastre".

En parecidos términos se expresaba el director del equipo, Stefano Domenicali: "Es horrible, sin duda. Un resultado que habla por sí mismo y que no entraba en nuestros planes, con lo que es difícil de digerir". Y el presidente, Luca de Montezemolo, aseguraba que lo ocurrido fue "un baño de humildad".

La debacle de Ferrari contrasta con la buena carrera de Fernando Alonso con un Renault poco competitivo , y los rumores en los boxes ya han comenzado a dispararse a las primeras de cambio, apuntando a una posible unión entre ambos la próxima temporada.

Aviso a su equipo

El propio Alonso, al que el cuarto puesto le supo a gloria, ha contribuido a alimentar las especulaciones. Su carácter competitivo le pide más y si el Renault no mejora sustancialmente, podría abandonar la escudería francesa a final de este temporada.

En una entrevista en El Larguero el domingo por la noche afirmó: "Yo tengo paciencia, pero mucha no. Si nos estancamos y empezamos a hacer malas posiciones, la paciencia poco a poco se va. Sólo queda trabajar".

Con buenas maneras, Fernando lanza un aviso a su equipo, que no puede conformarse con las cuatro décimas que esperan ganar en Barcelona. Necesitan más para reducir la diferencia porque los demás también progresarán.

Curiosamente, para que Alonso terminara en Ferrari, al asturiano le vendría bien que su enemigo Lewis Hamilton y McLaren triunfaran en el Mundial.