González ha aprendido el arte de vestir a una virgen prácticamente de forma autodidacta, ya que, tal y como cuenta a 20minutos.es , "sólo he presenciado una vez como se vestía". Lo demás lo ha aprendido viendo cómo se viste a vírgenes de otras procesiones y echándole "mucha imaginación".

Confiesa estar "contento" con lo que hace, centrando su labor no sólo en vestir a su virgen, la de la Palma, sino también en colaborar con varias hermandades de la ciudad para vestir a otras cinco vírgenes. Así también ha participado en el bordado del banderín de la Amargura y con la asociación de belenistas de San Fernando.

Para González el acto de vestir a una virgen es algo "íntimo y emotivo", es como "vestir a una madre. Todos queremos que sea la mejor y la virgen es como nuestra madre, la de todos, por eso doy lo mejor para ella", apunta emocionado.

González aprendió con 15 años este arte y ahora se centra en enseñarlo a los jóvenes. "Ahora estoy entre los vestidores más mayores, les doy confianza a los jóvenes y responsabilidad porque esto es una manera de atraerles, de que se sientan importantes".

La labor del vestidor es clave en toda Semana Santa, ya que todas las miradas están puestas en cómo va vestida la Virgen. "Vestir una Virgen es más difícil que un Cristo, todos están pendientes de ella, hay que tener mucho cuidado, sobre todo en las procesiones. Cuidar cuántos alfileres se colocan porque si hace viento y están mal colocados se pueden mover algunas prendas. Hay que asegurarse que todo está bien".

El amor cofrade de González va más allá de esta labor. El mismo ha realizado una Virgen, la de las Nieves, que guarda en su propia vivienda. "Es como la niña chica de la casa", indica. Realizada en barro y terracota, está ubicada en un altar en su casa y ha sido bendecida por el párroco Juan Enrique, de la iglesia Madre Dios de la Palma.

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