Este tipo de medicamentos se utiliza para combatir las depresiones, mejoran el ánimo e incluso se utilizan para conciliar el sueño o luchar contra determinados dolores por lesiones del sistema nervioso. El estrés y la ansiedad que provoca el actual ritmo de vida son, junto con los conflictos y problemas personales y las mejoras logradas en los diagnósticos, las principales causas que explican este incremento.

«La gente asume cada vez mejor que la depresión es una enfermedad y, como tal, debe recibir tratamiento médico», explica el doctor Carlos Ruesca. «Hace diez años, los antidepresivos no estaban tan extendidos y la depresión no se veía como ahora», apostilla.

Aunque la depresión, que es la principal causa que lleva a tomar estos fármacos, afecta a todas las edades y estamentos sociales, es más frecuente en las mujeres de 30 a 50 años.

Según explican los expertos, la manera de afrontar los problemas, mucho más emocional en la mujer, y su incorporación al mundo laboral, muchas veces con dificultades para conciliarlo con el familiar, determinan estados de ansiedad y tristeza.

Mucho más en la ciudad

La depresión, la tristeza, el cansancio crónico y los estados bajos de ánimo son más frecuentes en los ambientes urbanos, donde la vida es más unipersonal, que en el medio rural, donde la persona tiene más tiempo para dedicarse a sí misma.

El aumento en la venta de antidepresivos está también relacionado con la escasa atención y asistencia en materia de salud mental que ofrece la sanidad pública. En la mayoría de los casos se recurre en exceso al tratamiento farmacológico y suele dejar de lado la atención psicológica y de terapia.

Ansiedad y ganas de llorar

La ansiedad, la tristeza o las ganas de llorar son algunos de los principales síntomas relacionados con cuadros depresivos. También lo son el cansancio habitual, la desgana y el desánimo continuados y sin sentido aparente. Los expertos recomiendan para afrontarlos una combinación de terapia psicológica y tratamiento farmacológico.