Con ocho años... y entre leones

  • Jorge Elich es posiblemente el domador más joven del mundo.
  • Su hogar es el 'Circo París' y está ahora en El Ejido (Almería).
  • Sus mejores amigos son tres leones con los que protagoniza un espectáculo en el que alguna vez ha tenido varios sustos.
Jorge Elich, el pequeño domador. (Francisco Bonilla / Reuters).
Jorge Elich, el pequeño domador. (Francisco Bonilla / Reuters).
Francisco Bonilla / Reuters
Jorge Elich, el pequeño domador. (Francisco Bonilla / Reuters).

Le gusta montar en su bicicleta blanca y también la música rock, aficiones que parecen normales en un niño de ocho años pero, cuando se baja de ella, todo cambia para Jorge Elich.

Su andar cansino y a regañadientes se convierte nada más descender las escaleras de la caravana, que es su hogar en el Circo París instalado ahora en El Ejido (Almería), en un andar alegre y grácil, y a medida que se acerca a un gran tráiler va divisando la larga pelambrera de tres leones, sus fieles amigos, sus compañeros de juegos y, sobre todo, su gran pasión.

Jorge Elich no es un niño cualquiera, es posiblemente el domador más joven del mundo, ya que todos los días ensaya su número circense con tres leones a los que ha bautizado como Paris --el más grande y que, según el veterinario, alcanza los 100 kilos-- Dumbo y Sabú.

No obstante, empezó en el mundo del circo cuando era muy pequeño, ya que, como él mismo dice: "Lo llevo en la sangre. Con cinco años empecé a criar a estos leones con los que actúo", afirma, para después aclarar que desde que tenía año y medio ya andaba entre las grandes jaulas donde están las fieras.

"Mi sueño, encerrarme con diez leones"

Ahora sus amigos pesan casi 100 kilos, aunque él asegura no tener miedo, y hace que los leones, los "reyes de la selva", le rindan pleitesía. Jorge resume así su sueño: "Encerrarme solo con diez leones, aunque eso lo haré cuando sea más mayor, cuando tenga 20 años o así", asegura ante la resignada mirada de su hermana Tatiana, que le ayuda en sus espectáculos, y le explica que en la jaula no cabrían tantas fieras.

Aunque los animales se han criado con él, eso no impide que de vez en cuando estos le den algún susto, y mientras el joven domador introduce su cabeza en la boca de Paris, el león demuestra que no ha perdido el instinto y de vez en cuando suelta algún cabezazo que no está en el guión. Jorge no se muestra inquieto por esta situación, ya que sabe cuál es el límite de sus fieras.

Al final de cada espectáculo, el joven domador y su hermana reciben los aplausos y las felicitaciones del público, pero con la vista puesta en otro sitio, otra ciudad donde el espectáculo debe continuar.

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