Escaleras con peldaños altos para entrar en cuatro de sus seis accesos y otra escalera dentro por la que cuesta Dios y ayuda subir o bajar el carrito de la compra cargado. El mercado de Camas, que se terminó en abril y será provisional 18 meses hasta el arreglo de Atarazanas, es más luminoso y los puestos están cuidados, huele a nuevo... Pero esas virtudes se caen por las escaleras a juzgar por la opinión de vendedores y clientes. El Consistorio sólo puso rampas en dos de sus seis entradas y están seguidas. Los comerciantes del ala próxima al río se las ven negras para descargar por las escaleras, cuenta Manolo Mota. Y los clientes, en su mayoría mayores, como P. C. ( 60 años), casi no pueden con su carro. Y para rematar, si se entra por la rampa y se quiere acceder al ala pegada al río, hay que subir una escalera. Está junto al puesto Elena Sánchez. Dice que la primera caída fue el 12, un día después del estreno de Camas. Hay una alternativa con rampa, casi escondida, pues apenas hay indicaciones. También de la falta de señalización se lamentan en el ala del río. Y hay más quejas: el suelo resbaladizo y el frío que entra por las rendijas. O el sol en otros casos: varios carniceros han tenido que combatirlo con un toldo casero.