Lugo rindió hoy el último adiós al que fue su obispo durante los últimos 27 años, Fray José Gómez, en un multitudinario acto de exequias que se celebró en la Catedral de Lugo y que presidió quien fuera su compañero y amigo personal, el Cardenal Arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo.

El féretro fue trasladado desde el palacio episcopal, donde estos días permaneció la capilla ardiente, hasta la Catedral. Seis presbíteros trasladaron el féretro hasta la Basílica en una procesión que abrió el turiferario seguida de una cruz entre dos cirios. Llegados a la Iglesia Catedral comenzó la misa exequias con canto de entrada y colocación del féretro ante el altar.

Luego, la liturgia se desarrolló según el ritual habitual, comenzando con la incensación del altar y de la cruz y siguiendo por la colocación sobre el cadáver de los signos episcopales. En la homilía, el Cardenal Amigo agradeció al Arzobispo de Santiago que le hubiera permitido presidir las exequias en memoria "de quien fuera mi compañero de estudios, de comunidad y mi superior".

Tampoco pasó por alto la condición de franciscano del ya ex obispo de Lugo. "Era Franciscano y se le notaba bastante", precisó el Cardenal Amigo, antes de que sus restos mortales fueran sepultados en la propia Catedral en la capilla de San Froilán, recientemente restaurada bajo el mandato episcopal de José Gómez.

Las exequias fueron seguidas por una gran cantidad de fieles, centenares de sacerdotes y, entre otros, el Arzobispo de Santiago, Julián Barrio, el obispo auxiliar de Oviedo, Raúl Berzosa, el obispo electo de Lugo, Alfonso Carrasco, resto de obispos de las diócesis gallegas y los obispos de Jaca-Huesca, Guadalajara, Astorga y Tenerife. Entre las autoridades civiles figuraba el alcalde de Lugo, Xosé Clemente López Orozco, una amplia representación de las corporaciones local y provincial, así como el subdelegado del gobierno y conselleiro de presidencia.

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