Planet 51, la película de animación por la que se han peleado las mejores distribuidoras, nació en 2001. Tres programadores de Pyro Studios –creadora del videojuego Commandos–, Jorge Blanco, Marcos Martínez y Javier Abad, hacían un corto en 3D cuando el presidente de la compañía, Pérez Dolset, les animó a crear Ilion Studios. ¿Qué pasaría si los que temen la llegada de un marciano fueran los propios extraterrestres? La idea permitiría crear un mundo,  Planet 51, feliz, pero también paranoico.

La llegada de Joe Stillman, guionista de Shrek, terminó de cuadrar la historia. Quedaba la parte técnica. Aquí el crack fue Gonzalo Rueda, un clásico del 3D español.

Con vistas a su éxito internacional, el idioma de esta ambiciosa producción de 41 millones de euros en la que han trabajado más de 200 personas, será el inglés y las voces, de actores muy importantes. Se busca una película que guste a todos. «No queremos decepcionar a nadie –explica Blanco–, tenemos que demostrar que somos un estudio serio». Habrá retoques hasta el último minuto, porque en la animación no «sobra» material. Se exprime el trabajo de todos: cada animador genera, como mucho, tres segundos de película a la semana.

Con el filme vendrá el videojuego, donde se incluirá lo que no entre en el metraje, para aprovechar la creación de «un planeta increíble, con su propia gravedad: todo un mundo». Texturas, diseños, movimientos, personajes y guión prometen que este nuevo planeta será maravilloso. Se estrenará en marzo de 2009.

Hay talento, pero faltan historias

Aunque más ambicioso, el proyecto de Planet 51 no es el único de este estilo en España. Filmax acaba de estrenar las películas Nocturna y Donkey Xote, BRB y Galeor manejan varios proyectos y Dygra es un habitual del 3D desde su entrañable El bosque animado. Pero no es fácil para los estudios locales sobrevivir en este sector, dominado por gigantes estadounidenses como Pixar o Dreamworks y en el que las distribuidoras no conceden tiempo en las salas como para recuperar inversiones más elevadas de lo acostumbrado en el cine nacional. Todos coinciden: hay talento, pero no una industria asentada ni historias que atrapen al público.