Comprueba la veracidad de la página en la que vas a hacer las compras. Basta con poner en cualquier buscador el nombre de la web y la palabra ‘queja’ o ‘reclamación’. Si el buscador nos devuelve un alud de referencias sobre la falta de seriedad de la página, está claro que es mejor irse a otro sitio.
Averigua la antigüedad del dominio de la página en alguna de las bases de datos disponibles en Internet. Si ves que la tienda virtual lleva muy poco tiempo trabajando, podrías estar delante de un portal fantasma montado expresamente para estafar a los consumidores en sus compras navideñas.
Desconfía de los vendedores particulares que en mitad del proceso reclaman un adelanto del pago (aunque sean unos pocos euros) con cualquier excusa, porque muchas veces desaparecen sin dejar rastro y, por supuesto, sin entregar la mercancía.
Abona el artículo con los métodos de pago oficiales que ofrecen las páginas y que, en muchos casos, cuentan con un seguro de reembolso. Estos sistemas de pago cobran una pequeña comisión, pero a cambio dan una seguridad casi total. Para minimizar los riesgos, también se puede utilizar una cuenta bancaria que tenga como saldo la cantidad exacta que se debe pagar o tarjetas especiales que se recargan de dinero en cada ocasión.
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