La muestra 'Murillo y la Facultad de Bellas Artes 400 años después' homenajea al pintor desde lo contemporáneo

  • Este martes se ha inaugurado en la sala Santa Inés 'Murillo y la Facultad de Bellas Artes, 400 años después', la cuarta exposición del programa de actividades diseñado para la conmemoración del cuarto centenario del nacimiento del pintor hispalense Bartolomé Esteban Murillo, y la primera que homenajea al artista desde la creación contemporánea y el ámbito universitario.

El artista, además de genio indiscutible del barroco, fue uno de los fundadores en 1603 de la Academia del Arte de la Pintura de Sevilla, la primera institución educativa dedicada en Sevilla a las Bellas Artes y la segunda en España.

Al acto de inauguración han asistido el rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro, y el director del CICUS, Luis Méndez. Un total de 60 obras del centro componen esta muestra comisariada por Fernando Infante del Rosal y Marisa Vadillo Rodríguez.

La primera sala que conforma la exposición acoge el espacio 'Las calles del Olimpo', que refleja visiones sociales similares a las de Murillo, con temas recurrentes como la infancia y las ventanas. Otro de los puntos destacados de esta primera estancia es 'Honesta Soberanía', que rehace con ironía el grado de distancia propio de los autorretratos de Murillo.

La siguiente parada en la ruta es 'La época visitada', que aúna visiones barrocas que consiguen reconstruir los valores escenográficos, las adaptaciones de los mitos y la iconografía del tiempo del artista. Frente a esta puede visualizarse 'Objeto y alegoría', que interpreta el sistema de los objetos de Murillo y sus disposiciones, así como el valor simbólico de muchas de sus obras.

'Sacramento y trascendencia' es la tercera sala y en ella puede contemplarse un retablo contemporáneo de estilos e intenciones muy dispares en el que cobran protagonismo los temas religiosos y sagrados. Uno de los símbolos pictóricos de Murillo fueron sus Inmaculadas, que en el espacio 'En el primo instante' se reinterpretan como un modelo de representación más allá de su propia significación.

Según los comisarios, lo más característico de la exposición es la gran proximidad que existe entre las obras, al más puro estilo de los antiguos gabinetes de maravillas o de los tapissiers de los salones de París, otorgando una sensación de diálogo y conexión entre las piezas. Un reflejo, al cabo, de la colaboración universitaria y la experiencia compartida que hace que la Facultad de Bellas Artes de Sevilla siga evolucionando 400 años después.

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