Españoles en Bali, ante la erupción del Agung: "Entrar y salir de la isla es un caos"

  • El cierre del aeropuerto, el único internacional de todo Bali, ha afectado ya a 445 vuelos y a unas 59.000 personas.
  • Reconocen preocupación, pero no miedo: "Nadie nos ha avisado de nada y seguimos haciendo vida normal".
  • "La gente que llega sí que pregunta con cierto alarmismo", dicen.
  • No han recibido información del Gobierno y están a la expectativa de cuánto va a durar esta situación.
Aarón Gil, sevillano y guía turístico en Bali.
Aarón Gil, sevillano y guía turístico en Bali.
AARÓN GIL
Aarón Gil, sevillano y guía turístico en Bali.

El volcán Agung, en Bali, está avisando. Lleva desde el pasado sábado expulsando nubes de ceniza y eso ha provocado un colapso en las entradas y salidas de la isla, que se mantiene a la espera ante una posible erupción.

Por el momento, el aeropuerto internacional Ngurah Rai ha permanecido cerrado durante dos jornadas -hasta este martes se habían cancelado 445 vuelos y 59.000 personas se habían visto afectadas- y según las autoridades indonesias, la ceniza alcanza entre 2.500 y 3.000 metros por encima del cráter y columnas de vapor de agua.

Esta situación se viene anticipando desde finales de septiembre, cuando el país declaró la alerta cuatro por el riesgo de erupción. De ahí que ahora la población en general se encuentre a la expectativa, al tiempo que la cifra aumenta hasta casi los 100.000 evacuados, principalmente de las zonas cercanas al volcán.

Aarón Gil es sevillano y lleva dos meses en Bali trabajando como guía turístico. Confirma la posición de que el principal problema está en los desplazamientos: "Lo verdaderamente alarmante están siendo las llegadas a la isla y sobre todo cómo salir de ella", dice.

Gil añade que "en cuanto a los vuelos vemos que hay más caos, sobre todo ahora con el cierre del aeropuerto". El joven trabaja a diario con grupos de visitantes españoles y reconoce que el alarmismo existe antes de acceder a la isla. "Cuando ponen un pie en Bali sí que preguntan por todo, por si es seguro, por qué se puede hacer y qué no...".

También coincide en este caso Endika Ihasia, vasco y también guía. "Hay que tener en cuenta que Bali cuenta con un solo aeropuerto internacional, y es ahí donde se nota la situación, lógicamente hay muchísimo descontrol. Es complicado entrar y es complicado salir", explica.

Lejos del peligro

Eso sí, ambos comparten la misma teoría sobre su día a día. "Es mayor el miedo que se infunde desde fuera que el que realmente se vive aquí", cuenta Gil. Ambos, como la mayoría de extranjeros, viven alejados del Agung y eso les da seguridad.

Endika recuerda que "el radio de seguridad es de unos muchos kilómetros, así que por esa parte no hay problema: hacemos una vida normal". Los verdaderos afectados son los ciudadanos locales que viven en los aledaños del volcán, y que sí están siendo evacuados, pero en el caso de los españoles, "todos vivimos en zonas apartadas, y hay preocupación, pero nada más".

Lo corrobora Manel Gallego, que también reside lejos del Agung: "No nos ha condicionado en nada, lo único que ha tenido repercusión es el cierre del aeropuerto, pero no nos ha llegado ninguna notificación sobre posibles desalojos".

De hecho, los españoles niegan haber recibido avisos por parte del Gobierno español. "No notamos necesidad de hacer piña entre nosotros, y nadie se ha puesto en contacto para avisarnos de ningún tipo de peligro", coinciden.

Límites a los turistas

"Hablar de temor es excesivo", dice Gil, quien esgrime que "la gente que tenía viajes programados le entran dudas de si venir o no". Es precisamente en el trabajo con los turistas donde más nota Aarón las precauciones. "Nos limitan los tours a zonas cercanas", dice.

Endika en este sentido lo ve como algo "de sentido común", aunque ironiza: "Cuando vas a un lugar de excursión importa más el selfie que la propia seguridad". No cree que exista temor, y se atreve a hacer una definición más concreta: "Lo que estamos es a la expectativa: por dónde irá la nube de humo o cuánto va a durar esta situación".

Asimismo, Ihasia rememora el hecho de que "Bali vivió una erupción en 1963 que fue dramática". En efecto, hace 54 años, otra erupción provocó la muerte de 1.100 personas. "En aquel entonces, por lo que nos cuentan, las creencias religiosas eran muy arraigadas y la gente se negó a ser evacuada", pero las cosas han cambiado.

Desde finales de septiembre los avisos y los desplazamientos de gente por seguridad se vienen sucediendo, por lo que "esta situación es muy más previsible, y sí notas que se han ido tomando medidas", comenta Aarón Gil, a lo que Endika añade que "estamos en una zona con actividad sísmica muy alta -forma parte del anillo del Pacífico-, y la gente está preparada".

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