En este ensayo el autor analiza la participación y el papel del campesinado en la Revolución Francesa, explicando la vertiginosa evolución de su conducta desde el reformismo liberal de marzo de 1789 al violento antifeudalismo de unos meses más tarde, y de ahí a su sublevación contra la República en 1793.

De este análisis se concluye que la revolución rural francesa fue el resultado de la adopción paulatina, por parte de las comunidades rurales, del discurso moderno liberal y de su utilización práctica como medio para definir la propia identidad y diseñar las respuestas a los desafíos cotidianos con que se enfrentaron. Al pasar a concebirse como iguales, los campesinos se sintieron libres para romper los vínculos con sus señores feudales.

Al mismo tiempo, la posterior frustración de las expectativas con respecto a la puesta en práctica de los principios de libertad e igualdad les llevó a enfrentarse al nuevo Estado liberal en defensa de su autonomía fiscal, administrativa, productiva y religiosa, protagonizando así una original y genuina Revolución rural francesa, tal y como explica el autor del libro.

Así mismo, se pone de manifiesto que, frente a enfoques anteriores, es necesario priorizar la reconstrucción de la lógica que subyace a las visiones que los seres humanos tienen en cada situación histórica de lo que son y de lo que deben hacer, pues es dicha lógica la que determina su interpretación de la realidad pasada, sus acciones en el presente y sus expectativas de futuro, añade.