Ken Follet: "Que otros tengan el Nobel; yo me quedo con el Maserati"

  • El escritor súper ventas galés presenta en España 'Una columna de fuego'.
  • Follet habla de la situación en Cataluña, sus novelas, religión o del Nobel de Literatura.
  • "Disfruto de la vida, bebo champán siempre que quiero y, sobre todo, empleo mi vida en hacer algo que me encanta. Y encima me pagan una fortuna", confiesa.
  • BLOG: 'Una columna de fuego': Ken Follet sigue siendo el rey del 'best seller'.
El escritor Ken Follet, de promoción de su novela 'Una columna de fuego' en Madrid.
El escritor Ken Follet, de promoción de su novela 'Una columna de fuego' en Madrid.
JORGE PARÍS
El escritor Ken Follet, de promoción de su novela 'Una columna de fuego' en Madrid.

Ken Follet (Cardiff, 1949) regresa por tercera vez a la ficticia ciudad catedralicia de Kingsbridge con su nueva novela Una columna de fuego (Plaza & Janés, 2017). Esta vez sin catedral de por medio, el autor best seller galés nos lleva a las guerras de religión del siglo XVI. Más de 900 páginas de aventuras, amoríos y recreación histórica destinadas a arrasar en las listas de más vendidos.

Follet está en España para presentar su novela número 31. En una suite del Hotel Ritz de Madrid, acorde con su porte de auténtico caballero, el escritor se muestra dispuesto a hablar de todo, incuido la política, el sexo, la religión y hasta del premio Nobel.

Una columna de fuego habla de las guerras de religión. ¿Es la religión un elemento positivo o negativo en la historia de la humanidad?

No lo sé. Podemos pensar en muchas cosas malas que se han hecho en nombre de las creencias religiosas y muchas están en la novela: asesinatos en masa, torturas, gente quemada en la hoguera, guerras,… Por otro lado, está claro que la religión aporta al ser humano algo que necesita: cierta paz, consuelo… Algo. Es difícil decir que la religión sea algo negativo, pese a todas las cosas malas que han hecho en su nombre papas, curas, clérigos, ayatolás y gurús.

En esta novela aparece España (hay una pequeña parte ambientada en Sevilla), pero está alineada con el bando de los villanos de la historia, de los católicos integristas. Usted tiene muchos lectores españoles, ¿no temió que se lo tomaran a mal?

A menudo cuento historia del Reino Unido sin los mitos habituales de lo estupendos que fueron los británicos.  Y si mis lectores británicos pueden aguantarlo, supongo que mis lectores españoles también podrán soportar su parte. He escrito varias novelas sobre la Segunda Guerra Mundial y venden muy bien en Alemania, y ahí no puedo evitar que los alemanes sean los malos de la historia. Aún así, en Una columna de fuego hay un personaje español muy atractivo, que creo que gustará aquí.

La novela histórica es un género que nace en el siglo XIX con el romanticismo y el nacionalismo. Sé que no es su ideología, pero ¿no se ha planteado que con sus novelas pueda exacerbar la épica del pasado propia de los nacionalismos?

No lo creo. El nacionalismo no es un valor en mis relatos. Si los británicos luchan en mis novelas, luchan por la libertad o la justicia, no por razones nacionalistas. Además, mis relatos suelen ser muy internacionales. Entiendo lo que quiere decir porque las novelas históricas a menudo han promovido estas ideas, glorificando a héroes nacionales que se rebelan contra los conquistadores que sean. Creo que, por lo general, los conquistadores han sido bastante buenos para nosotros. Por ejemplo, los normandos que conquistaron Inglaterra y la mejoraron muchísimo (se ríe): construyeron castillos y catedrales, gobernaban mejor, ¡todo iba mejor! Nunca escribiría una novela sobre un inglés bravo y valeroso que luchara contra los normandos.

¿Ha visto lo que pasó el domingo en Cataluña?

Sí, el mundo entero lo ha visto. Tengo que decir dos cosas. En primer lugar, es muy difícil decir a la gente que no pueden votar, aunque sea cierto. Incluso si la votación es ilegal, aunque todo eso sea cierto, el que manda a la Policía para evitar que la gente vote siempre va a parecer el malo de la película. No digo que lo sea, sino que lo parece. Estamos hablando de un error de relaciones públicas. Creo que al final no se podrá evitar que los catalanes voten sobre su futuro. Pero espero que voten a favor de quedarse en España, porque pienso que el futuro está en una mayor integración. Mi propio país, Gales, está mucho mejor como parte del Reino Unido que solo. Creo que el Reino Unido estaría mejor formando parte de la Unión Europea que fuera. Y creo que Cataluña está mejor en España que fuera. El nacionalismo no es el futuro. Votarán, pero espero que lo hagan para permanecer en España.

Como Escocia.

Exacto.

Ha mencionado el brexit. Un año después, ¿sigue mantenido su opinión contraria a la salida de la UE?

Sigo pensando que fue un gran error. Hace un año esperaba que pudiera revertirse, pero ahora mismo creo que no va a poder ser. Y es una gran pena. A veces cuando uno da la opción de votar a la gente, votan lo que no les conviene. ¡Esto es la democracia!

Volviendo a su novela, en ella narra un hecho histórico que narró Alejandro Dumas en La reina Margot, la matanza de San Bartolomé. ¿Se siente usted como un Dumas del siglo XXI?

Me encanta la comparación porque me gusta su obra. Nunca se aburre uno, admiro ese tipo de novelas y trato de escribir cosas así. Pero hay una diferencia entre nosotros. Dumas dijo: "He violado a la historia, pero los niños que han salido son bellísimos". Es una broma un poco políticamente incorrecta en el siglo XXI, pero lo que él quería decir es que no sigue exactamente la historia tal y como fue. Yo sí; nunca violaría la historia: nunca cambio la fecha de una batalla, pero Dumas lo hacía. Él creía que un novelista tenía todo el derecho a hacerlo. Hay muchos novelistas que lo piensan hoy, pero yo he elegido considerar la historia como algo que no puede ser alterado. 

¿Cree que la novela histórica que escribe sirve para enseñar el pasado al gran público?

Sin duda. A la mayor parte de la gente no le interesa la historia. Todos recordamos lo aburrido que era estudiar historia en el colegio. Recibo tuits y correos electrónicos de un montón de gente que me dice: nunca pensé que la historia pudiera ser tan interesante hasta que leí sus libros. La historia es fascinante, pero tiene que relatarse de la forma adecuada. En la escuela no se enseña la historia de un modo adecuado a los niños.

Sus novelas históricas son siempre muy largas, ¿por qué?

Una novela normal que tenga 100.000 palabras no es más que una fotografía de los personajes en un momento determinado de sus vidas. En una novela larga como esta, puedo contar toda la vida de los personajes. Los vemos cuando son niños, cuando crecen, los vemos enamorarse, tener hijos, hacerse viejos… Podemos ver cómo algunas de sus esperanzas se cumplieron y otras no; igual que sus temores. Y eso es algo muy satisfactorio de escribir y creo que a los lectores también les gusta. Cuando escribí Los pilares de la tierra, escribí cien mil palabras y me di cuenta que no había hecho más que empezar. Necesité otras 300.000 para terminarlo. Tenía que hacerlo así porque todos sabemos que construir una catedral lleva muchísimos años. Con Los pilares de la Tierra tuve que escribir un libro largo porque la historia lo requería. Ahora es un tipo de libro que me atrae escribir.

También suele incluir pasajes de sexo habitualmente en sus historias.

En una novela siempre hay un conflicto emocional. A veces son dos hombres que se odian o dos personas que se aman. Ese tipo de emociones necesitan una resolución física. Todas las historias de amor son Romeo y Julieta. Dos personas que se quieren y no pueden estar juntos. Sea cual fuera la razón, ellos se miran y desean estar juntos y solos un rato para hablar y besarse, pero no pueden. Y después de 300 páginas de mirarse y anhelarse, por fin están juntos. Entonces tiene que haber una resolución física y el lector moderno quiere estar ahí cuando se quitan la ropa y se meten en la cama. Y por eso hay sexo en mis novelas.

Es su tercera novela sobre Kingsbridge, ¿ha decidido ya si habrá más novelas de esta serie?

No, no lo he decidido. Estoy reflexionando sobre ello, pero es una buena idea.

Este jueves se falla el premio Nobel de Literatura... Hay quien pide que se premie también a escritores más conocidos y de éxito como Stephen King, usted mismo...

Stephen King y yo ya estamos muy recompensados por nuestro trabajo: tenemos tanto dinero, tantos fans que nos adoran y ¡nos alojamos en el Ritz! Así que no tiene que darnos rabia que a otros escritores les den el premio Nobel. Que ellos tengan el Nobel; yo me quedo con el Maserati.

Tras tantas novelas y tantos éxitos, ¿le falta algo por lograr?

No. He logrado cumplir mis ambiciones: quería escribir historias que llegaran a millones de personas y ha ocurrido. Disfruto de la vida, bebo champán siempre que quiero y, sobre todo, empleo mi vida en hacer algo que me encanta. Y encima me pagan una fortuna. Soy un tipo bastante feliz (se ríe).

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