Desde el esquizofrénico Brad Pitt de Doce Monos al grupo de enfermos mentales que seguían a Jack Nicholson en Alguien voló sobre el nido del cuco. El cine está lleno de personajes con un punto de locura. Este es el tema que un grupo de psiquiatras debatió en Bilbao la semana pasada en las X Jornadas de Rehabilitación Psicosocial y Asistencia a la Enfermedad Mental Grave. Uno de los ponentes fue el cineasta bilbaíno Javier Rebollo, gran conocedor del tema.

¿Qué le une a la psiquiatría?

Dos de mis últimas películas, Marujas Asesinas (2001) y Locos por el Sexo (2006) tratan sobre la enfermedad mental. En la primera, una mujer, harta ya, decide matar a su marido y luego se engancha al crimen; en la segunda, el director de un psiquiátrico permite a sus pacientes visitar un club de alterne como terapia.

¿En qué se inspira?

En la vida real. La historia de Marujas Asesinas apareció un día en la prensa y, visitando psiquiátricos, descubrí que en alguno de ellos se utilizaba el sexo pagado como terapia.

¿En el cine se exagera la locura de los personajes?

Yo trato de reflejar la realidad tal y como la he visto. Creo que en mis películas la locura está fielmente representada, no hace falta exagerarla. Aunque luego la haya utilizado en forma de comedia, tanto negra, como más romántica.

¿Para hacer cine también hay que estar un poco loco?

Sin duda, sobre todo en los tiempos que corren para el cine de aquí. Para dedicarte a esto hay que ser un poco kamikaze, porque te metes en unos fregaos..., que si el tema económico, todos los días de rodaje... Es duro. Creo que deberíamos apostar más por las tv movies, como se hace en otros países.

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