Paseo por el Alamillo de la mano de los maestros de Sevilla de toda la vida

Los profesores en el monumento al maestro del Parque del Alamillo.
Los profesores en el monumento al maestro del Parque del Alamillo.
KAKO RANGEL
Los profesores en el monumento al maestro del Parque del Alamillo.

Eloísa Delgado aún recuerda a un alumno de nueve años que tenía atemorizado a todos los niños del patio. Estuvo un mes charlando con él hasta que descubrió por qué era tan violento: su madre le había metido el miedo en el cuerpo cuando debía ir a cobrar el dinero que su padre les pasaba como pensión, no fuera a perderlo. Con el tiempo se volvió tan dulce que su madre le preguntó si lo había hipnotizado. «Cambiar a un niño difícil era mi satisfacción», cuenta esta ex profesora.

Eloísa, que fue durante mucho tiempo profesora del colegio Carmen Benítez, no fue la única que ayer celebró en el Parque del Alamillo el día de San José de Calasanz, patrón del Magisterio, en homenaje a los maestros jubilados.

Todos añoran la escuela del pupitre con el hueco para el tintero, en la que el maestro lo era todo. Les duele que se haya perdido el respeto hacia su figura. «Antes, además de enseñar, educábamos», dice Manuel de la Coba, ex director del Ortiz de Zúñiga.

Profesores de muchas generaciones

Mª Antonia Trejo. 62 años. Dos Hermanas

«Me parece bien que recordemos a San José de Calasanz. Es un motivo para reunirnos los profesores. Lo duro no es enseñar, sino la relación que debe existir siempre entre profesores, alumnos e inspectores».

Daniel Estepa. 72 años. Puebla del Río.

«El maestro está dejando de ser maestro para ser un muñeco en manos de todo lo que le rodea. No me extraña que acaben con depresiones. Los padres han hecho una dejación de sus funciones».

Rafael Urías. 68 años. La Pañoleta.

«Cuando fuimos maestros eran tiempos muy difíciles. Había que hacer de todo.

Contratábamos al personal, atendíamos todas las áreas del colegio, cuidábamos del comedor y hasta del edificio».

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