La Rambla lucha un mes después para superar el 17 de agosto

Un memorial de las víctimas del atentado en La Rambla.
Un memorial de las víctimas del atentado en La Rambla.
HUGO FERNÁNDEZ
Un memorial de las víctimas del atentado en La Rambla.

La Rambla no sonríe como antes del 17 de agosto. Pero está batallando duro para superar la tragedia sufrida en la arteria más icónica y con más vida de Barcelona. Este domingo se cumple un mes del atentado yihadista que dejó allí 14 muertos y más de 100 heridos, y que mantiene todavía psicológicamente tocados a barceloneses y turistas que transitan cada día, por trabajo o por ocio, por la rambla más famosa del mundo.

Con solo poner un pie en su inicio, en su confluencia con la plaza de Catalunya y con la calle Pelai, el único altar que se mantiene, de los 149 que inundaron esta vía a raíz del ataque, llama la atención y avisa de que La Rambla respira diferente, que la normalidad es aparente. El furgón de Mossos d'Esquadra, metralletas en mano, que custodia este punto lo remarca.

Este altar será retirado por parte del Ayuntamiento el próximo 21 de septiembre, un día antes de que comiencen las Festes de la Mercè. A Magdalena, una venezolana de 71 años que lleva 24 en Barcelona, la decisión le parece bien. Solo ha sido capaz de bajar dos veces a La Rambla desde el suceso, dice mientras agarra fuertemente la mano de su nieto.

Bruno, que trabaja en un puesto de recuerdos para turistas a la altura de la calle Pintor Fortuny, también coincide con Magdalena en que el hecho de que desaparezcan los altares definitivamente le ayudará "a venir cada día a trabajar". Él no estaba cuando sucedió todo pero sí que ha podido constatar cómo muchas personas que habitualmente no pisan esta arteria se han desplazado desde sus localidades, de dentro y de fuera de Catalunya, para expresar su apoyo a trabajadores como él. Agradece enormemente el gesto, que aún pervive, aunque con menos intensidad los días posteriores al atentado. Y que también tienen los turistas, que aún preguntan por lo que pasó.

Flor no corrió la misma suerte que Bruno. Es vendedora de otro puesto de alimentación vecino y estaba tras el mostrador el 17-A a las 16.50 horas. "Perdí a mi compañero de vista y sufrí por su integridad. Vi cosas que no he visto en mi vida, y eso que he vivido cosas fuertes". Da gracias a que los terroristas no actuaran el día 15, cuando La Rambla estaba atestada. Flor, ecuatoriana, ha aceptado la ayuda psicológica ofrecida por el Consistorio, pero aún se le acelera el corazón al venir a trabajar, asegura.

A pocos metros de donde La Rambla nace trabaja Gil Arzi. Lleva 20 años levantando la persiana de establecimientos como el que ahora regenta, el kebab Aromas de Istanbul. Su cara es afable pero su gesto serio. Sus palabras lo confirman: "La gente, yo incluido, no estamos tan alegres aquí como antes del atentado pero hay que seguir". Los números le dicen que el negocio se ha resentido, aún hoy. A nivel oficial, habrá que esperar a los primeros datos de Ajuntament y Turisme de Barcelona.

Bajando la calle hasta el Mercat de la Boqueria, por cuyos laterales escapó Abouyaaqoub tras cometer la masacre, la mayoría de negocios están abiertos. Pero al preguntar, gotean los empleados que están de baja médica por ansiedad o por las heridas sufridas. Y mientras La Rambla se recupera poco a poco, en Londres, el terrorismo golpeaba el metro el pasado viernes.

Gil Arzi, encargado del local Aromas de Istanbul

"Cuando ocurrió el atentado trabajaba en otro local que tenemos en La Rambla. Lo cerramos y alojamos a ciudadanos hasta la una de la madrugada, cuando salimos escoltados por la policía. Vi morir a un niño".

Flor, dependienta de un kiosco de La Rambla

"Lo vi todo y me he quedado muy afectada, recuerdo los sonidos de lo sucedido, todo. Al día siguiente no abrimos el kiosco pero desde entonces no he dejado de trabajar. Lo que pasó es lo más duro que he vivido".

Àngels Doncos, copropietaria de Casa Beethoven

"Refugiamos a unas 20 personas en la tienda y los primeros días tras el atentado era muy agobiante venir aquí a trabajar, tenías una sensación de pena y miedo a la vez, pero ahora te vas adaptando. El hecho de que hayan quitado las flores y las velas ayuda a volver a la normalidad poco a poco. Además, ahora hay más vigilancia y eso tranquiliza".

Lee Medinas, policía de Nueva York retirado, 48 años

"Teníamos el viaje a Barcelona planificado desde antes del atentado y no lo hemos anulado. Cuando uno para de gozar de la vida es cuando uno para de vivir". Son palabras de Lee Medina, que cuenta que es un policía local de Nueva York retirado y que ha venido a la capital catalana de vacaciones con su mujer y su cuñada (junto a él en la foto). "Los protocolos que se siguieron tras el atentado son parecidos a los que se aplican en mi ciudad", dice, y añade que "lo que pasa, pasa, con 40 policías o con 140".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento